Dos espectáculo en uno hoy en la Monumental de Madrid, atractivos ambos, de obligado análisis posterior los dos, pues, a mi manera de ver, se van a poner en evidencia muchas cosas en el festejo anunciado y las conclusiones que saquemos una vez concluido, las considero cara al futuro de importancia máxima.
Primero y principal, lo que ocurra en el ruedo y que a mí no me gusta Fandiño lo sabe hasta Carracuca, pero me encantaría por el bien común, por el bien del torero y de los ganaderos, que el matador de toros vasco triunfara por todo lo alto frente al muestrario de divisas presentadas. Su triunfo será el triunfo de la afición y podría y debería poner la temporada, de darse, al rojo vivo.
El segundo espectáculo de esa tarde va a tener lugar en los tendidos, repletos de isidros, del torismo, novedad que también va a venir muy bien para calibrar el comportamiento de esta plaza en cuanto a rigor y conocimientos, la opinión del abonado venteño por encima de todo, el imponer su criterio frente al de los forasteros, que esto es Madrid, pues lo mismo se desbordan las bajas pasiones y la tropa de recién llegados, que aterrizarán en la plaza muchos de ellos sin haberla pisado jamás, altera el devenir del festejo desde su ignorancia provinciana y asistimos a una corrida de la que, los fijos, nos tengamos que avergonzar de aquí a nada.
Mucha suerte, Iván Fandiño, que embistan los toros y que te encuentres pletórico frente a ellos, y que la afición lo vea.
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