No sé si cada vez que me topo con este soneto me acuerdo de José Tomas o cuando me topo con José Tomás me acuerdo de este soneto:
Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
El Ciprés de Silos, Gerardo Diego
Pero el lío es más gordo de lo que parece porque es evocar el soneto y la figura de José Tomás, o la figura de José Tomás y el soneto, y se me viene a la cabeza con más guasa que la mar el qué pensara a día
hoy el cerdo de Martín Ruiz Gárate, tras boicotear fatuo al mejor torero que los siglos vieron en su ardua reaparición en Madrid en el año 2008, con el pobre de Pepecarlos Fernández-Villarverde y de Silva por entonces su machaca mayor y "chota" venteño siempre, conde de Estradas en el Gotha para más señas y que firmaba por aquellos días como Hornillo, cuando el tiempo ha puesto a cada cual en su sitio y al torero concretamente en un pedestal. Más la patética camándula de talibanes, como mano de obra barata, que en aquel tiempo le reían las gracias al tal Bastonito en su mierda de blog conocido como Taurofilia.