Uccello, el grande
Cena anoche con Rosa Jiménez Cano, recién aterrizada de las Californias, Covadonga del Peso, Israel Cuchillo, reanudando nuestros encuentros de siempre con Rosa en tierra, aunque faltó David Plaza por causa mayor, una ausencia que nunca nadie puede cubrir, ni siquiera Moeh Atitar que se apuntó ligero como ciervo que a la fuente de agua fresca va veloz.
Me sangraron, nunca tan en abuela Cebolleta mi persona comparando tiempos venteños pasados con los amuermantes actuales, de Diego Bardón a Pedro Beltrán, de Chiro Bermejo a Curro Fetén, de Manolito Vidal a Pepe Díaz, de Laverón, de Vicente Llorca, del gran Bonifacio, Urdiales presente en cualquier reunión de aficionados, José Tomás siempre en nuestros corazones, un brindis por Rafael de Paula, chinchín, y de postre Diego el Cigala, con el que me puso al habla Rosa a través de un wasap parlante, que se encontraba en EEUU haciendo de las suyas el gitano de la calle Provisiones.
Los trajes que se cortaron fueron a medida, y de época por lo recargados, una sobredosis de largue del caro donde salió a relucir en riguroso repaso el abominable twitendido de los cojones, pintamonas desbocados, que hasta lo gatos quieren zapatos, dañinos nuevos aficionados jóvenes que son mayormente los usuarios, deformados completamente por las corridas televisadas.
Relevo inservible haciendo el indio por las redes, mientras los capitostes del toro van tomando nota tronchados de la risa, dado el nivel ínfimo de conocimientos y lo amansado del personal vocinglero, que se aprecia.
Poco de lo trillado durante la velada es publicable aquí como ustedes comprenderán a no ser que quieran verme empitonada.
Eso sí, alguna noticia suelta como la de que Israel Cuchillo tiene una extraordinaria y definitiva novedad para el mes de mayo, también la de un proyecto editorial con muy buena pinta que lleva en portada el nombre de un torero del que no puedo adelantar tampoco nada, y una identidad a la palestra que del mismo modo no puedo desvelar pero que lanzo en forma de pregunta, para inquietar, como la que lanza al aire una flecha envenenada.
¿Quién podría estar en mente de alguien para formar parte de la sección de Toros del nuevo periódico de Pedro J. Ramirez?
Pues sabido, y por si cuajara, yo concretamente, y sin ir más lejos, me pongo a rezar en tarde de domingo lluviosa de santo Rosario.