Como todo el mundo sabe, porque lo vengo repitiendo de tarde en tarde, servidora posee una nutrida recopilación etiquetada con los sucesos ocurridos entre aficionados en los tendidos venteños, y sus protagonistas, que hayan afectado de cualquier forma el devenir de lo que una abonada de mi estilo entiende que es la esencia que siempre distinguió el comportamiento del público soberano de esta plaza de toros monumental de Madrid.
Más, le voy dando forma literaria poquito a poco, con tintes de novela cuando conviene, y va la historia desde el comienzo del siglo XXI, que coincide con el arranque de internet, cuando una serie de individuos se adelanta a todos los demás, pioneros, comandados desde burladero.com por Moncholi y el sinvergüenza de Martín Ruiz Gárate, uno de la andanada del 7 que se llegó a creer que esto era jauja.
Por entonces te mandaban a una incauta haciendo el trabajo sucio como la tal Alicia Valdeavero, Alma en la red, del 7, "porque nosotros, los aficionados", que se te encampanaba la criaturita bravucona pidiendo guerra mientras a una le faltaba hasta el aire para respirar.
El brazo tonto de la ley de los de San Sebastián y otros chofres iban de evangelizadoras figuras máximas por entonces, la junta letras de Burgos anterior al reciclado, también, con la guinda plomo de un ciudadano chileno de nombre Marcelo Fortín, oscuro tipo pero imprescindible personaje para la serie negra, un espantoso sesentón representante en Europa del coñazo de la canción protesta de su tierra, muy enamoradizo, del que se oyeron atrocidades en aquel tiempo.
Añadan a Badajoz oliendo "peos", como siempre, no se olviden de Zaragoza, uf, Zaragoza, lo de Zaragoza merece capítulo aparte, y una cúpula en Madrid que metía miedo desde una soberbia descomunal, mucho miedo, aquellos aficionados se servían del miedo, miedo puro y duro y no solamente para mí que las hay, que se sepa, que pasaron mucho más miedo que yo.
Total,el tiempo ha pasado a favor de obra y aquellas luminarias han caído como moscas, ¡a ver!, pero queda lincharlas por listas y desaprensivas, refregarles responsabilidades, y a eso me encamino. Pero ya no estoy sola, se avisa, ni débil, así que es lícito que se echen a temblar y pasen el miedo que pasé yo y a poder ser multiplicado, pues, oh, sorpresa tanto tiempo esperada, entiendo que comienzan a aparecerles serios enemigos, de entre los de su cuerda me refiero ya que la sombra se cachondea, pues en este blog se vienen dejando comentarios con enlaces a determinados sitio por parte de alguien desconocido donde se descubren documentos en cualquier clase de soporte.
Ocurre desde aquello de la Jura de Bandera (*) y me figuro que nos encontramos ante una auténtica rata de ordenador quien los envía, yo no hubiera llegando hasta ellos ni de coña, habiéndose entablado entre el remitente y servidora un diálogo en silencio, que compromete a mucho.
Lo último recibido es una lección de aficionado de tal calibre, nada más empezar una conversación, impartida por mi compadre Julián Agulla,
que deja planchado a José Carlos Fernández-Villaverde y de Silva, conde de Estradas, el que fuera presidente de la Asociación el Toro de Madrid y me comentan que ahora vicepresidente de la Peña el 7, con un argumento de patio de colegio en el que pone de ejemplo como aval al inolvidable Antonio Chenel para el planchado.
Qué movimientos de manos, por lo demás, qué uso de las gafas, qué resabiado, cuánta impostura, infantiloide picardía de señorito, vano el discurso, cobarde, huidizo, mentiroso, sin habilidad siquiera para rematar una frase con soltura, pero sobre todo la tremenda tristeza que produce ver en alguien así tan patética falta de seguridad en uno mismo, en ocasión tan propicia como para consagrarse como el aficionado de peso que desea ser, el advenedizo, y denunciar con energía todos los atropellos que reivindica metiendo ruido y camuflado en una localidad sita debajo del tejado del tendido 8.
Mientras me repongo de lo visto y empiezo a distribuir para darle utilidad al meterial, con
especial atención a cuando el fulano que firmaba Hornillos en Taurofilia habla de
José Tomás, ahí va un cotilleo.
Hará dos años o tres, y dada mi nula pericia
con la informática, nombre documentalista, escogido a dedo, y ha resultado
ser el mejor de todos los documentalistas: gracias, amigo.
Él se encarga de tenerme todo archivado y en orden, documentos gráficos
incluidos, y estoy hablando de un joven y conocido twittero muy inteligente y discreto, yo lo sé
y él sabe que yo también lo soy y que me tienen que
matar para que abra la boca cuando no debo.