Bastaría que El Fundi solicitara un micrófono a un medio de comunicación cualquiera y hablara, para que se removieran en veinticuatro horas los cimientos del toreo. Hago memoria, he aquí algunos apuntes acerca de la durísima carrera de un torero, hoy consagrado forever, que, desesperado, tuvo ya que retirarse de novillero. Que se portó muy bien Joselito con él y con su compinche José Luis Bote, y le dio una alternativa en Villaviciosa de Odón estando José Pedro Prados en el dique seco.
Por si esta situación no fuera jodida, el 22 de mayo de 1988, día de santa Rita de Casia, abogada de lo imposible pues todo lo que se le pide te lo concede aunque la tía pone condiciones, y tarde en la que un toro mató a Antonio el Campeño en la plaza de Madrid, va El Fundi y se encara con el tendido "7".
Cuando el "7" era el "7", cuando la afición venteña imponía su ley, y no como ahora que aquello resulta un nido de intereses garbanceros que da grima verlo. Ave, Rosco, ave, Salva, ¿cuando veremos ese sobrero castaño que me tiene loca por sus hechuras?
¡Vamos que si los del "7" pararon a El Fundi! Con razón, pues a pesar de que una es humana y entiende que cualquiera puede perder los papeles y la compostura ante la dramática situación de encontrarte en los brazos con un compañero agonizando, no es menos cierto que una también le exige a los toreros dominio escénico y el control de sus sentimientos cuando se está en la arena. ante la dramática situación de encontrarte en tus brazos a un compañero agonizando con el cuello atravesado por una cornada, no es menos cierto que una también le exige a los tororos dominio escénico y control de sus sentimientos personales cuando se está en la arena. ante la dramática situación de encontrarte en tus brazos a un compañero agonizando con el cuello atravesado por una cornada mortal, no es menos cierto que una también le exige a los toreros dominio escénico, teniendo en cuenta que son los amos y señores de las más genuína de las representaciones. La radical, y tan clásica por otra parte, reacción en contra del torero por parte del sector más decisivo de la plaza de Madrid, fue aprovechada por los medios de comunicación de siempre para organizarle una campaña en contra, descalificándole con saña, que no tuvo otro remedio que exiliarse en Francia, mordiendo el polvo como el caballo de Diego Ventura.
El calvario ha durado la friolera de veinte años, y es la hora de volver a quitarse el chapeau ante la afición francesa, que recibieron al de Fuenlabrada con los brazos abiertos y sin ponerle ningún pero. También ha llegado la hora de reconocerle a Eduardo Canorea su tesón no dejando de poner a El Fundi en Sevilla machaconamente, lo que demuestra que el hijo de don Diodoro y doña Carmen, otras cosas tendrá pero es buen aficionado. Hora es, así mismo, de recordar que este torero en sazón -¡qué dos faenas la temporada pasada en Salamanca, madre mía!- es al que pensaba rescatar José Tomás metiéndolo en sus carteles, antes de que el taurineo haya decidido echar de los ruedos a base de mentiras, por segunda vez, al mejor torero que yo he visto a lo largo de mi vida.
Habla, Fundi, habla.
A Gadito, de Palha, sospechoso de pitones como toda la corrida portuguesa, primer toro de la tarde, le hizo El Fundi la que puede ser una de las faenas de la temporada para mi gusto. Del toro, fiero como lo de Ibán cuando tito Balta vivía, debe tenerse en cuenta que de salida blandeó en exceso, concretamente la pata derecha la llevaba lastimada como se pudo ver en los primeros galopes, pero de puro bravo se olvidó de la lesión en cuanto entró en calor, y no volvió a cojear durante su lidia. Ya en banderillas le dijo a su matador de qué iba a ir la vaina con la muleta y hubo tres tiempos durante la faena. Los primeros muletazos, agónicos, en los que Gadito se quería comer al torero, luego una fase intermedia en la que surgieron naturales de quejío grande, para concluir el trasteo con el toro exprimido como si fuera un limón, brageta alante de un torero valentísimo en un desplante de esos que ya no se ven desde que se fue Curro Romero.
Un pero, El Fundi se pasó de faena, un pelín, y esa es la causa de que, a mi entender, no le metiera la espada hasta la bola al primer intento, cuando tras el desplante mencionado el toro le pedía la muerte absolutamente vencido.
Me alegro mucho de lo ocurrido el sábado en Sevilla, por el torero, por su familia y por sus dos grandes partidarios incondicionales, que es que están los dos que se salen y yo no los aguanto ni un minuto más. Me refiero a mis queridos amigos José Luis Suárez-Guanes, conde de Valle de Pendueles y crítico de ABC, y a Jorge Laverón. Laverón: al paredón (por rojo).