Las Ventas, 1991, mano a mano Ortega Cano-César Rincón con toros de Samuelito
Dicen que san Simón Casas de Nimes anuncia para la feria de Valencia un mano a mano El Juli-López Simón -tal para cual- y que afición mediática, que venía pidiendo a voces competencia y rivalidad en los ruedos, que los toreros de fama se vean las caras, pugilato de pesos pesados de luces a escena, va ahora y echa para atrás la idea para sorpresa de los demás aficionados.
Siempre insatisfecho el personal joven, como niños caprichosos, va y se dedica en cuanto ha saltado la noticia a tirar por tierra la combinación, llevándose la contra de lo que solicitaban hace cuatro días, desgañitándose.
Que servidora no mueve un dedo por estar presente en este mano a mano lo debe saber a estas alturas de noviembre hasta Nacho Lloret, Dios me libre de semejante tostón, ahora, nadie me puede negar que el planteamiento del empresario es acertado pues pone al número one del escalafón con el matador de toros revelation de la temporada pasada, ¡en Madrid!, y a los de defensores y partidarios del de Barajas, el aspirante al trono, venteños muchos pues la Monumental lo lanzó, se les debería de estar haciendo la boca agua y el rulé un paraguas en vez de tanto largar, desde el desconocimiento, siempre a la contra se hable de lo que se hable.
Es un gran mano a mano con los elementos de todo mano a mano clásico, de los que nos movilizaban, lo que pasa es que tanto July como L. Simón son muy malos toreros, pésimos, toreros sin tirón además, de los que lanza prefabricados los taurinos porque son más llevaderos que los toreros grandes, y es por eso por lo que el cartel es una mierda de cartel, no por otra cosa, con la desconfiaza siempre hacia los gestores del toro en el sentido de que pudieran estar rematando un paquete que, de cuajar si pitase la flauta en la calle Játiva, pasearan a estos dos por España entera, a dúo, en empresa perfectamente cerrada y de sobra calculada.
A Madrid, este mano a mano con estos dos pegapases a Madrid, que a ese vamos aunque no sea nada más que para no perdernos la refriega en los tendidos de determinados sectores de la plaza, a la sombra, en tarde de lanzas en alto.