¡Esos pitones!
24 de marzo de
2104, Plaza de Toros de Castellón, casi dos tercios de entrada. 6 novillos de
Tomás Prieto de la Cal,
correctamente presentados y de bonitas hechuras. Cuatro, jaboneros, uno,
berrendo en negro, y otro, berrendo en jabonero, pelaje este último muy raro en
nuestra cabaña brava.
Vicente Soler,
ovación tras leve petición y silencio; Jorge Expósito, silencio y silencio;
Varea, oreja con leve petición de la segunda, y ovación tras petición.
Vaya por
delante la disculpa por no detallar minuciosamente todos y cada uno de los
datos del festejo, pero la Plaza
de Castellón es tan incómoda, incluso en las localidades caras, que tomar
muchas notas equivale a molestar a los vecinos de localidad y clavarles los
codos.
Los novillos
de Prieto de la Cal,
bien presentados, sobre todo considerando que en Castellón no se puede pedir el
mismo trapío que en Madrid o en Bilbao, y también que los novillos han de ser
eso, novillos, y no toros hechos y derechos, arrastrando el rabo por la arena y
con abundantes rizos en la frente, como sucede algunas veces en Madrid.
El
comportamiento de los toros fue tan variado como era habitual en las corridas
de hace cuarenta o cincuenta años, antes de que todos o casi los toros
estuvieran cortados por el mismo patrón de la sosería. Es decir, toros con mucha
variedad. Dos, primero y tercero, muy nobles, se prestaron al triunfo de los
diestros. Otro, el quinto, de los que en vez de pararse tras una pésima lidia y
tercio de varas desmesurado, aprenden rápido y ponen en apuros a quien no esté
muy puesto. Segundo y cuarto no fueron aptos para el toreo moderno, El sexto,
con el que su diestro estuvo muy bien, fue de esos toros complicados con los
que, dándoles la lidia y el toreo adecuado (que no siempre ha de ser naturales
desmayados), se lucían y triunfaban los diestros de hace varias décadas. Y
ahora, la pregunta inevitable, ¿es mucho o poco que en una corrida haya habido
dos toros nobles que se prestaban al triunfo de sus matadores? Las respuestas
serán múltiples. A los enemigos de Prieto de la Cal les parecerá muy poco, y aprovecharán que
hubiese toros complicados para triturarle. Sus amigos, echarán las campanas al
vuelo. A nosotros, aun prefiriendo que todos fuesen boyantes, nos parece que
dos toros nobles no es poco, y firmaríamos ahora mismo que en el próximo San
Isidro hubiese la misma proporción de toros nobles y complicados en las
corridas del monoencaste.
En
los toreros también hubo de todo. Vicente Soler puso mucho empeño, como
corresponde o debería corresponder a todo novillero: recibió a portagayola a
sus dos oponentes, banderilleó con lucimiento y dio muchos pases. El lucimiento
fue mayor en su primero, muy noble, que tenía un buen pitón derecho, al que se
podría haber sacado mejor provecho. Y mucho más habría lucido este buen toro si
no hubiese recibido un puyazo muy trasero y bajo. Tardó el toro en doblar, tras
estocada y descabello, por lo que la petición de oreja sólo fue minoritaria y
el premio quedó en una fuerte ovación. En el cuarto, más complicado, también
puso mucho empeño, pero su labor no paso de vulgar.
Jorge
Expósito se llevó el lote más complicado y no pudo confirmar el éxito de
Valencia. Pero también nos dio la impresión de no ser un consumado lidiador. Es
cierto que no se puede exigir a un novillero que tenga la técnica de un
experimentado matador. Sin embargo, no parece lógico desentenderse de la lidia
cuando vienen mal dadas, como en el quinto, permitir que masacren al toro en el
caballo y dejar la lidia en manos de los peones, que dieron al toro docenas de
capotazos. Con lo cual, el toro, complicadillo desde que salió y listo como el
hambre, aprendió latín y se puso imposible.
La gran
sorpresa del festejo fue Varea (así se anuncia en los carteles), chaval que se
presentaba con picadores y que tuvo una actuación, más propia de un
experimentado matador que de quien hacía su primer paseíllo. En su primer toro,
noble y de embestida suave con el hocico por el suelo, mostró un toreo
artístico, tanto de capote como de muleta, de planta erguida, muletazo largo y
mucha naturalidad, sin forzar la figura. Pudo haber cortado dos orejas, pero
como la estocada quedó algo tendida y el toro tardaba mucho en doblar, (los “inconvenientes” de la casta), tuvo que
recurrir dos veces al descabello, lo que enfrió algo los ánimos y dejó el
premio en una oreja. Eso sí, oreja de mucho peso. Su sexto toro estaba en las
antípodas del tercero: complicado pero no ilidiable, como muy bien probó su
matador, que con mucho oficio (aunque parezca extraño en un principiante),
doblarse, saber andarle, un buen temple, piernas ligeras cuando era necesario y
la emoción que siempre da un toro difícil, demostró que tiene condiciones para
ser alguien en el toreo. Y todo, o casi todo, como en su primero, con la
izquierda. Mató de una estocada tendida pero en buen sitio, y el toro dobló
pronto. Hubo petición minoritaria y el premio quedó en una fuerte ovación. Pero
estamos seguros de que el éxito en este toro habría sido grande con el público
de la época de nuestros abuelos. Es decir, aficionados que apreciasen mejor que
en nuestra época cómo un torero se enfrenta a las dificultades de la lidia,
hace la faena justa, sin pases de más ni de menos, está valiente y mata bien. No
tendría que ser obligatorio dar muchos pases para cortar las orejas.
Esperemos, por
el bien de Varea, que no le calienten la cabeza con cantos de sirena, que le
dejen progresar y pulir los defectos (excesivo perfileo y cargar la suerte, por
ejemplo), que no le exijan como si fuera figura y, sobre todo, que no le
estrellen con una precipitada presentación en Madrid, pues el novillo de
nuestra plaza no tiene nada que ver con el que se lidia en provincias. Los
novillos de la Monumental
madrileña podrían pasar por toros en cualquier otra plaza de España, con la
única posible excepción de Bilbao. Por supuesto, evitar una presentación
precipitada no quiere decir que durante toda su carrera haya de estar huyendo
de la capital de España.
En resumen,
mereció la pena el viaje a Castellón, a pesar de la mala comunicación con
Madrid (el último AVE sale a las 18:50), pues pudimos ver tanto la presentación
de un buen proyecto de torero, como los progresos de una ganadería heredera del
más histórico de los encastes, y que poco a poco está demostrando que también hay
toreo y se puede triunfar más allá de las miles de ganaderías de sangre Domecq.
Valentín Azcune
Nota: pido disculpas por la pésima edición, ando intentando arreglarlo pero no soy capaz,
así como destacar que el pie de foto es de mi cosecha