Hablando de rumores, ¿quién sería el taurino que lanzó nada más empezar enero el cartel de la corrida de Beneficencia 2014 con intereses evidentes de revolver el río revuelto?
Nada nuevo bajo el sol, los oligarcas del toro desde siempre vienen soltando bulos a su antojo para desestabilizar las ocultas negociaciones de los despachos, que conocen al dedillo, y se entiende perfectamente que lo hacen en beneficio propio.
Lo nuevo es que la afición, y servidora cuando habla de la afición habla mayormente de la afición de Madrid que es la que hilaba fino y la que una mejor conoce, ha picado en el anzuelo, como el cachalote que es, y por ahí la hemos tenido unos días tirándose a la yugular, y leña a El Juli, que es ahora el que molesta al clan empresarial porque ha sacado a estas alturas los pies del cesto, cuando ya es rico, tras ser el niño mimado y el cómplice necesario tiempos atrás.
Quitando y poniendo toreros el personal de abono para el acontecimiento más caro de la temporada, haciendo carteles, rechazando ganaderías, mientras le hacían ignorantones el caldo gordo a los poderes del cuerno, pocho, que saben utilizar magistralmente a la clientela para amplificar sus mensajes, enzarzándonos, y ellos tan panchos en el butacón capitoné del encinar descojonados de la risa, con su jamonsito y su vinito, haciendo cuentas de resultados.
¿Pero de dónde ha salido esta gente?
Vaya banda de ingenuos profesionales de pasar como ovejos por las taquillas sin rechistar donde se debe de rechistar, jamás la afición venteña, tirios y troyanos, toda la afición, la afición de Madrid, se tragó semejantes sapos con semejante tufo, ni fue utilizada, ni dividida, ni vacilada, con tanta maestría como lo está siendo en esta época de talibanes de salón.
¿Talibanes?
¿Dónde ha ido a parar la siempre avispada afición venteña de colmillo retorcido dispuesta a levantarse en armas?