Salgo por voluntad propia de lo del caniche de Puchdemón, extenuada, y caigo en este aparato de la especie humana con la edad en la boca, por entonces, que ahora ya está hecho una puta pasa, que se anunciaba y se anuncia Tom Jones.
Un grande entre los grandes que en su género, difícil género, le oí decir a Rafael Farina que la balada tenía miga y que era la gran prueba para muchos, reina, reinó y reinará.
Templada como aquí, valiente, de facultades únicas y medidas, con el oficio bien sabido y de técnica sobrada, qué afinación, capotera y muletera, tiene alma para aburrir y el sentimiento lo lleva roto aunque sin alardes pintureros de toreretes repelentes que se creen las criaturitas el mismísimo Curro Puya.
Faena de más a menos, grande, porque entre la tropa cantante -la variante coñazo de la nova canço no cuenta- sólo existen dos maneras únicas: la gente que canta bien y la que canta mal.
Doy mi palabra, querido Frasco,
que mientras escribía la pinceladita anterior no paraba de acordarme de Antoñete, saboreando faenas en el recuerdo.