Aquí me tienen, abrazada a ella como si la hubiera parido, achuchada contra mi pecho la tengo y no le doy teta porque es muy mayor, no yo, ella, vamos, las dos, y además y aunque hará tres o cuatro días que ha llegado porque me da en la nariz que lo que le gusta deglutir son las polillas.
Es una carpeta.
Una carpeta de esas de cartulina con gomas, de tres dedos de tomo, marca Hidio, de color marrón sería en sus tiempos y ahora es de un tono panza de burra que no lo puedo definir. Está muy bien cuidada, señal de que su anterior propietario la quería como yo la voy a querer siempre, y pone a pluma en la portada con preciosa letra tirando a inglesa de cuando la caligrafía era una asignatura principal, lo siguiente:
Cosas de Manolete.
La carpeta, que es una joya por su contenido y va repleta de recorte todos ellos sobre Manuel Rodríguez, desde los últimos años cuarenta hasta bien entrados los setenta, procede de El Rastro, por cuyas oscuras profundidades bucea todos los domingos Valentín Azcune en busca de libros y papeles de todo tipo.
Seguramente para el gusto de quien firma está Valentín -fijo lector de nuestro blog y comentarista acertadísimo- entre los diez mejores aficionados de Las Ventas que servidora conoce y propietario, a su vez, según cuentan, de la mejor biblioteca española de teatro español, particular, que debe andar ya por los once mil o doce mil volúmenes.
Es de Lope de Vega, incondicional, y su vecino de localidad de siempre por si fuera poco arroz, un estudioso de la vida y obra de Calderón de la Barca como no existen dos, última fila de grada todos los festejos del año, mientras algunos hacen el indio en el ruedo tarde tras tarde.
Valentín se acordó de mí el domingo, trincó la carpeta y me la regaló.
Ahora sólo me queda clasificar la documentación contándoles a ustedes más tarde con lo que me voy encontrando, aunque creo que voy a empezar por la carta sobre la ruptura del convenio con México, segunda ruptura, hubo otra ocho años antes pero Manolete por entonces no contaba, que publicó Dígame.
Dirigida la carta a don Ricardo García, K-Hito, y firmada por las figuras españolas más representativas de aquella época, en respuesta la histórica misiva al cable que Manuel mandó desde México en febrero de 1947, posicionándose en semejante disparate, telegrama que levantó ampollas entre los coletas españoles justo seis meses antes de lo de Linares, donde quedó resuelta la cuestión, gracias a Islero.
Gracias, Valentín Azcune,
que en correspondencia para este invierno te voy a hacer de punto el jersey más 'enrollao' que ha visto Madrid.