Mi reconocimiento y rendida gratitud a los toreros que ayer mataron en Madrid la espantosa corrida de Moreno Silva, la antítesis del toro bravo, hombres de oro y de plata, para todos, porque el objetivo principal era salir de allí por propio pie. Me sumo luego a la corriente de exigir a los empresario que Octavio Chacón sea incluido desde ya en todas la ferias de postín que quedan por celebrar en la presente temporada de España y de parte del extranjero.
Chacón, uno de los acontecimientos de la feria ante un manso y descastado encierro de Saltillo, peligrosísimo, traicionero, sin un pase, pregonaos, seis marrajos que merecieron ser estoqueados de vil golletazo sin miramientos ninguno, carne a tierra, tanto que si me dicen que estaban currados voy y me lo creo porque yo les vi hacer cosas muy raras.
Merece este veterano y preparado torero, Simón Casas, que le contrates desde ya mismo para la Feria de Otoño en una cartel de relumbrón, nunca a estrellarlo, si acaso quieres ser justo y contribuir a la limpia de un escalafón superior
-dándole gusto al abonado como es tu deber- repleto de coletas adormilados y de pagapases insoportables que aburren a las mismísimas ovejas.
O animan ustedes el cotarro, dando cuartel sin tregua desde al ya colocado Roca Rey hasta Octavio Chacón, pasando por Fortes, o la bicoca no les dura un lustro más.
Ah, y al presidente con cara de perro pachón, el Caobo le ha bautizado el
Pulga Márquez con mucha guasa, dimisión, o destitución fulminante,
fuera del palco a la mayor brevedad posible.
Y más, no hay casta buena y casta mala, hay casta, porque la casta es una condición absoluta.
Por ciento, misterio, ¿qué entenderán algunos por casta?
Pues, a mi parecer, creo yo que se ha inventado un lugar común para defender, desde la ignorancia, lo sencillamente indefendible.
¡Los teóricos de la casta, que lo tapa todo con grueso trazo, qué empacho!