Paya, asturiana, creo que de Oviedo, y si no recuerdo mal me dijeron por entonces que hija de un panadero, llegó a nuestras vidas en Madrid a mediados de los ochenta, una cría, muy menuda, sin poses de bailaora, y cada vez que la anunciaban en Casa Patas, entonces un antro prácticamente en la clandestinidad para flamencos 'orientaos' y no el establecimientos para guiris que es hoy, ponía Belén Fernández aquellos de gitanos, y de medio Rastro, hasta la bandera.
No se pierdan al Cigala de palmero, se le nota como mosqueado con el cantaor, lo que habría dado ese Dieguito por cantarle él a Belén Fernández aquella noche por soleá.