domingo, 12 de enero de 2014

Salvemos Zaragoza: dos 'pringaos' (yIIbis)

A estas alturas de la película y como la audiencia de este blog ya es mayorcita, y ojo con lo de estas alturas para mayor compresión de los presentes escritos, el que un julai como Fernando Polo Agote llame puta a cualquier mujer desde el blog de Rafael Martínez Montesa, otro julai, puede ser hasta beneficiosos para esa mujer, a estas alturas, repito, que hubo otros tiempos muy diferentes.
Confieso que yo le he podido hasta sacar partido al puñalón, porque pudiera así mismo darse el caso, incluso, de que servidora de ustedes fuera mucho más puta que lo que Polo y el otro del chaqué pudieran imaginarse.
El aparataje de esta historia que les cuento no asienta en lo anterior, no estamos ante un combate personal, que también lo estamos pues si estos dos individuos no se hubieran pasado de la raya en condición de cómplices de un delincuente vasco que obedecía indicaciones venteñas desde el tendido 7, señor Chopera, don José Antonio, que le he parado a usted a una tropa de rumiantes muy pesada, lo mismo ni siquiera hubiera memorizado servidora sus nombres y apellidos y no se hubiera propuesto una llegar a desenmascararlos caiga quien caiga, con dos cojones.
No voy de ego, paso, soy res de ego colmado y conciencia tranquila, pero poniendo la muestra personal como socorrido ejemplo y para explicación de bobos, va una pregunta simple para el personal: 

¿dos hombres con esa manera de ir por la vida merecen que los consideremos cabecillas de la afición comprometida con ganas de arrimar el hombro y sacar a flote esto?
No.

 Confíen en mí, háganme caso, es urgente que desbrocemos la selva comenzando por la hojarasca, pisoteada, para cuando lleguemos a los troncos gordos no nos embarremos. 

Ya dije que Corrochanito no tiene peligro, ahora en este preciso momento por cierto abriendo de nuevo el blog, que hay que seguirlo obligatoriamente porque va de 'enterao' y da sus cotillas claves, y pueden hacerlo pinchando aquí. 
Corrochanito es un frívolo puro del encaste variado de los frívolos, a tolva abierta por esas vías, haciendo ver, a quien le quiera mirar, que se relaciona con el taurineo famoso, y venga jarana, pero no le acompañan las hechuras del frívolo toreador de cafetería y, además y para su ruina, carece de la mínima mueca literaria como todo simpático vivalavirgen de caché, va derrochando. 
De perfil muy simple estos dos personajillos pertenecientes al enjambre eterno que mariposea por los alrededores de los poderosos de toro, locos por meter cuchara, enfermos deslumbrados por el sacro vestido de torear al que si es preciso desprecian, sobones, tienen además la desgracia melón de considerarnos tontos a los demás mortales y, en el caso concreto de Polo que todo hay que reconocerlo por justicia, se aprecia en él a un tipo con dotes evidentes para ser el presidente de su comunidad de vecinos, y de ser buen presidente.
Con vocación innata al pastoreo, Polo, catequista de peñas taurinas y de todo foro provinciano donde poder ronear de lo que fuera, tiene pinta de curina y hasta le veo la coronilla por debajo de la cornamenta de globos, llegando en un pasado reciente a creérselo fanfarrón. Por entonces iba de figura de la afición, era un patético pilar de aquellas primerizas páginas de toros en Internet, ¡no vean!, y un hombre dichoso y con poderío, mientras acarreaba al rebaño aragonés por un sendero marcado por no se sabe quién, y las web y blogs de los inicios le servían para amplificar sus sermones.
Pero Polo, menudo es Polo, cómo será Polo a mí manera de ver la ganadería y para que ustedes me entiendan de una vez y vayamos al grano cuanto antes, que de haber llegado Polo a taurino poderoso si acaso no se le cortan las alas al pollo, yo preferiría a Serolo que a Polo para regir la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, y hablo en serio.
Oscuro personaje, mediocre como un mediocre de Maupassant, titular de carguillos varios con el monto justo como para dejarle presumir los oligarcas, correveidile, ha ratoneado entre los poderosos de la ultima camada de empresarios carniceros a dehuesar la sabrosa pieza de la Misericordia, en representación de un buen número de aficionados de allí o eso parecía desde fuera.

 Colaborador indiscutible como pieza barata del deprimente desastre en que tenemos atollada la joya de Pignatelli, no merece nada más que mi desprecio.
Aficionados varios aragoneses criados a sus pechos y amantes del modelo francés en el que se amparaban, ilusos que pretendieron que nos tragáramos que la plaza de la capital maña podría desplazar a la de Bilbao, pintureros de provincias vendiéndonos la moto de Zaragoza como centro mundial de la afición internacional que les visitaba, y venga bombo, clamaban estos angelitos, ya digo, por el modelo francés ese que consiste en que las plazas las regenten determinadas comisiones de aficionados, únicamente para ver si les caía la breva a ellos, cuando los cimientos de la del bicentenario coso de la capital maña comenzaban a rugir hará cosa de un lustro.
Burros, adoctrinaban desde alguna página web que estuvo muy de moda, hoy muda ante la desolación, sin nunca considerar que eso es precisamente lo único que diferencia el modelo francés del español, su afición, la calidad de su afición fuera de toda sospecha y en líneas generales, pues los profesionales del espectáculo son los mismos. Eso por un lado, y, por otro, tampoco estamos los demás en edad como para creernos que nadie por el simple hecho de ser aficionado esté libre una vez llegado a arriba de llevarse el manso. Ser aficionado no libera de ser un corrupto, se puede ser un santo como aficionado y un estafador como empresario en cuanto ves color, ser aficionado no da garantías absolutas de nada, y menos morales, el hombre, como el toro, es siempre el mismo. 
Zaragoza, muro de contención de la barbaridad catalana y frontera ahora mismo con Francia, el estratégico enclave de su centenaria plaza está hecho puré sin fuerza ninguna como para parar la mancha de grasa pegajosa que llega desde Barcelona, y esta pareja de pájaros aragoneses han contribuido a ello, trasladándoles servidora para finalizar la sábana que me marco, una inquietud personal que me carcome. Tufo me da, me indigno, me vuelve a dar el tufo, me indigno más, indago y no me desengañan las averiguaciones, más tufo todavía, azuzando servidora desde aquí a la afición sana de aquellas queridas latitudes para que esté prevenida y tenga en cuenta lo que sigue.
¿Estaría, o ha estado, Fernando Polo dispuesto a presentarse, formando parte de un equipo, para licitar ante la Diputación de Zaragoza por la plaza de toros de su ciudad?  

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