Ya digo, la afición divida, echadita a perder, una pena.
Enfrentados unos a otros, con el pelotón de los tontos y el pelotón de los listos, deprimente, inútil profesional de pasar por las taquillas con la cabeza gacha y mucho protestar en las redes sociales para nada, y venga a protestar, para nada.
Inservibles aficionados a la hora de exigir como corresponde y a las pruebas me remito viendo los resultados, jóvenes la mayoría que se niegan a entender que las verdaderas maniobras del toreo del siglo XXI se libran en los despachos, no en las arenas, y para purificar unas es imprescindible ventilar los otros si queremos restaurar el campo de batalla secular donde se decide el mando y elegir nosotros desde nuestro privilegio quienes son los deben prestarse al combate en representación de todos desde nuestra posición soberana.
Porque el principio de la Tauromaquia es ese, el hombre que está abajo, el que posee un atributo que no poseen los demás hombres tan grande el atributo como para osar retar a la misteriosa fiera que no hay nada en este mundo que más miedo dé, ese somos todos nosotros, sean los toreros buenos o malos, pues todas las épocas han tenido los toreros que se han merecido.
Por otra parte, resulta evidente que la adulta audiencia de este blog no se va a tragar que cualquier operario de la vida civil, sermoneando, sea más honesto en su oficio que los mandamases del escalafón actual -"haz lo que yo digo, no lo que yo hago"- cuando por esos territorios de la Internet se ve un absentismo laboral escandaloso y que trabaje Ruton, afeitada hasta la cepa la jornada laboral, mayormente los afortunados que tienen por empleo la bicoca de ser funcionarios del Estado, y en ese terreno también sigo haciendo de las mías, se avisa, y el que avisa no es traidor.
A lo que iba, que me enrollo.
Que miren ustedes la foto del perfil de twitter de Antonio Matilla, creo por lo que he entendido que reformado hace unos días con la 'perdigoná' de la amargura, se entiende que en respuesta categórica a los últimos acontecimientos, y comprueben ustedes el pedazo de pase por alto que le pega el empresario charro a la clientela.
Eso es torear y no le den ustedes más vueltas, toreo humano del caro porque hay toreros de toros y toreros de personas, eso es un pase por alto para los anales que no lo firma ni el mismísimo Luis Procuna, el siempre recordado maestro mexicano más conocido como Berrendito de San Juan.
Y que les falta el respeto Matillita dicen los paganos de abonos kilométricos, criaturitas, porque ahora la palabra respeto es la ganzúa que todo lo abre y se pone la gente con lo del respeto como muy digna, cuando lo que lo aprecia todo el personal que sea fijo en el graderío de una plaza de toros, aprendiendo a sortear la embestidas de la vida, no es una civilizada falta de respeto, sino que estamos ante el toreo puro escenificado en nuestra propia jeta por un maestro de la especilidad.
Eso es torear en toda tierra de garbanzos, pisarle el terreno al enemigo con semejante desparpajo, escuela clásica que ha contado con virtuosas figuras a lo largo de nuestra esquilmada historia.
Ole mi Matilla, vamos a ligarles a estos primarrones el muletazo con otro de pecho con sandunguero cambio de mano sin movernos del sitio, Toño, adelantando un pasito la pata en la arrancada, al hombro contrario la muleta, a lo Viti, codilleando una miaja, empresario, que el toro es una mona.
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