Mi madre y mi abuela, dos de las mujeres con más gracia que he conocido, y yo, de niña, con muy pocos años, sentadas aquellas tardes de verano mientras me daban la merienda debajo del naranjo del patio de la casa de nuestro pueblo extremeño:
Mi madre: "Mamá, qué le pasa hoy a la niña, mírala, no para, está como si tuviera azogue".
Mi abuela: "No sé, hija, se ha levantado así de siesta, parece que le han metido la Constitución 'pal' cuerpo".
Jamás entendí la respuesta, sí oía hablar por primera vez de la Constitución.
1 comentario:
Será que no hay quién se la trague. O como la de 1812, que le decían al Rey Felón, trágala perro.
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