jueves, 19 de mayo de 2016

Alejandro Talavante




¿Sabe alguien, en tiempos de fotógrafos taurinos en plagas bíblicas, los peores de la historia del toreo se aprovecha para decir, los mejores equipados, sin embargo, dónde puedo encontrar una buena foto de Alejandro Talavante toreando al natural de cuerpo entero, al mulo de ayer, sexto de la tarde?
He dicho una foto toreando al natural, no un plano americano, una foto donde medio se vislumbre cómo interpretó el toreo con la mano izquierda, con un toro aquerenciado en un sitio muy malo, el amanoletado por momentos torero grande de Badajoz. 
Ole flequillo de perfil made in Córdoba, cómo me llevó al pasado, Alejandro, tanto que casi me estremecí de miedo. 
¿Alguien recuerda la presentación de novillero en Madrid de Talavante? ¿Y nos se pispó nadie de nada, ahí, de entrada? ¿Aficionados tan sandíos tiene hoy de voz cantante la plaza de toros de Madrid. ¿Pero en qué manos estamos?
Los toreros se huelen, a los de Talacante, bochornosa jugada aquella, burda, de una chabacanería muy poco torera, eso en otro espectáculo no pasa perpetrado, además, por una afición que va de íntegra. Qué vergüenza, Mérida, siempre a medio camino de todo, augusta, que tenemos memoria y archivo, y tiempo, y documentos secretos como en la pelis de Bogart... Y el que no tenga la facultad de olfato desarrollada para detectar toreros, digo, decía, que se calle o que hable más bajo, porque el daño a lo bobo de tanto ignorante, y su cacao retrechero en venteño, puede ser definitivo. 
No estamos en tiempos de desperdiciar toreros, sí en un tiempo crítico que nos exige como nunca empezar a separar el trigo de la paja, por mucho que el trigo se nos resista y la paja nos acogote, lo contrario nos conduce directamente al precipicio pues la confusión absoluta procedente de tal cantidad de pontífices del parvulario predicando plomo desde el tendido, es el camino más corto para el final.
Ah, a ese pájaro del tío Gallardo al que Talavante le cortó ayer en la Monumental de Madrid una señora oreja jugándose la vida ante nuestros ojos, no le pega un muletazo en condiciones ni el que inventó el toreo. 
Hoy, y siempre.