jueves, 7 de junio de 2018

Sobre la casta



El primer toro de ayer, Barberón, que manseó, verbo en desuso, ¿fue un toro manso?
No.
¿Fue un toro encastado?
Sí.
¿A un toro encastado se le puede aplicar la condición de manso?
No.
¿Se da el manso encastado?
Tampoco, un toro encastado jamás puede considerarse un toro manso.

Siempre a la manera de ver de esta aficionada, quizás errada, sin dogmas, sin sectarismos, y que carece por completo  de prejuicios. Devaneos sobre el comportamiento del toro de lidia que comparto con ustedes, pero no me hagan ni puto caso si así lo estiman oportuno, son cavilaciones puras.

"Tiro piedras por las calles
y al que le dé, que perdone,
tengo la cabeza loca de tantas cavilaciones".
Manolo Caracol, soleares de Enrique el Mellizo, cantaor gaditano y puntillero de toros bravos en cuadrillas de fama, padre de El Morcilla, que tomó el mote del diestro Manuel Hermosilla, Er Morsilla, se hace saber hoy que ando memoriosa y me sale la erudición por las orejas.

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7 comentarios:

Anónimo dijo...

Sólo se puede saber si el toro encastado era manso con casta,si el matador termina sintiéndolo con el poder de su muleta y el toro se siente vencido y termina refugiandose en tablas,aparte una vez que el diestro le recete una buena estocada,el toro debe resistirse a caer. Este tipo de toros se daba mucho en un encaste que fue el de Atanasio Fernández ahora caído en desgracia para ganaderos y toreros.

J. Chaves dijo...

Se escuchan barbaridades: toro fiero y manso, toro encastado pero manso, toro manso noble con clase y con humillación, toro bravo descastado… en fin. Y lo del tercio de varas allí en Madrid es un cachondeo: con la bobería, esa tontuna de creer que si el toro va al caballo de lejos está todo bien hecho y que además eso demuestra la bravura del animal jajaja… me descojono. También pensar que un Santa Coloma no está en sus hechuras si no tiene 550 kg. jajaja… más de un "aficionado" callaría hasta la tumba al escuchar a los maestros del campo bravo. Saludos desde Coria.

La condesa de Estraza dijo...

SOS, de regreso a casa, alarmo a estas horas: el futuro de la plaza de Madrid está en manos de niñatos veinteañeros, más pegados que un sello, y de televidentes de provincias dictando leyes por la redes, televidentes pimpollos, desde la más absoluta ignorancia, insisto, IGNORANCIA, de lo que fueron estas arenas.
J. Chaves, me reconforta, creo que usted ha entendido lo que yo quería decir en esta entrada, mañana hablamos, y a ti, Bragaomeano, uf, tengo que leer más detenidamente tu intervención.

La condesa de Estraza

La condesa de Estraza dijo...

J. Chaves, vamos por partes al responder a su interesante comentario, del cual da toda la impresión que procede de un hombre de campo, luego... Lo del mito actual con la suerte de varas, que algunos parece que han descubierto petróleo, y su interpretación por parte de la afición venteña de estos tiempos, roza lo cómico, aunque al ser una suerte fundamental esta plaza siempre la tuvo en cuenta y la supo valorar en su justa medida.
Toro a tomar por saco, como usted dice, y topetazo en el caballo si es posible desde los medios y ¿cómo sale ese toro del peto? Porque a mí me enseñaron los aficionado que me precedieron -Alfonso Navalón con el que vi más de doscientas corridas codo con codo siempre insistía- que es más importante a la hora de calibrar la pelea del toro su salida que su entrada al caballo, ¿está de acuerdo?
Y, después, los terrenos en los que se pica, aunque ahora por suerte parece que es un fenómeno superado pues se está admitiendo que el caballo se mueva y se pueda cambiar de terrenos según sean las condiciones del toro y no limitarnos en exclusiva a colocarlo exactamente en lo que es la puerta grande o, de lo contrario, bronca. Aún nos reímos por los tendidos del 3 de una señora, creo que la llaman Carancha, que en un toro que se negaba a acudir al caballo entre el 7 y el 8 y estaba siendo tundido a capotazos hasta conseguirlo, precisamente de Adolfo el toro, Javier Castaño se llevó el caballo al 5-6 y Carancha se levantó desde su delantera de andanada, dedo en alto y con gesto de Agripina la Menor, dando voces, le indicó a picador el lugar correcto desde el que ella consideraba que se debía picar el toro. Desde entonces, los guasones que me rodean cada vez que un picador mueve el caballo saltan a coro: "Carancha, ahí sí se picaaa".

La condesa de Estraza

J. Chaves dijo...

Infinitamente más importante la salida que la entrada, en eso estoy de acuerdo contigo. Sin embargo, pienso no es la parte más fundamental que demuestre la bravura en esa suerte, sino más bien muestra, por como salga el animal, por ejemplo, si el picador lo hizo bien o mal, si lo picó donde se debe y cuanto debe (humilde opinión). En cualquier caso, existen muchos síntomas (riñones, etc.). Por ejemplo, a mi siempre me dijeron (en este caso fue uno de los vakeros de victorino) que el hecho de perder las manos en su salida es algo NATURAL, tb les pasa en la dehesa cuando se pelean pues al meter cabeza abajo tienden a marearse un poco si han estado mucho rato dándose candela. La gente lo pita, ¡incluso he visto devolver toros por eso!

En cuanto a los terrenos: el toro suele guiarse más por el olor (huele el miedo, por ejemplo) y por el sonido que x la vista. Siente instintivamente los terrenos donde estuvo, de donde viene (los corrrales) y por norma, partiendo de eso, debería picarse en el extremo contrario pues así se comprobaría tb hasta donde se atreve a ir mientras le hostigan, aunque cada casta es diferente y sus condiciones condicionan, valga la redundancia jj, todo aquello.

Si bien es cierto nunca estuve en Las Ventas, y de momento no me apetece ir. Mi abuelo tuvo la suerte de poder estar en los 70' y 80' (fue senador del PSOE por Cáceres), tuvo su abono esa segunda década y siempre me dijo que en aquellos años la gente sabía de hechuras, de casta, de campo, gustaba la diversidad, toro más grande, toro más pequeño, cada uno en su tipo. No había bárbaros quejándose o gritando de continuo, la lidia se respetaba y ¡tb se cantaban olés por torear en ochos!

P.d.: buena la de Adolfo de ayer. El de Moral era de lío gordo y él lo supo. Me alegro por esa oreja de ley. Saludos y buen sábado.


La condesa de Estraza dijo...

J. Chaves: Pensaba que no eras tan joven, tenía una idea de ti de un hombre mayor, de un aficionado veterano. Vamos a ir respondiendo a tu comentario, y perdona, Bragaomeano, que te tengo aparcado, pero tú eres de casa.
Estoy completamente de acuerdo contigo en esa opinión que traes en el sentido de perder las manos el toro a la salida de peto, levemente, otra cosa es derrumbarse, interesante el argumento el que te aportó un vaquero de Victorino, más todavía cuando algún "manarra" de luces aún sin que el animalito haya cogido aire, tras el refregón, le meta un capote al morro para sacarlos del caballo sin darle tiempo siquiera a respirar y a recuperarse del castigo y recuperar así mismo la posición de ataque, como aprovechando la inercia del viaje al coger la tela sin haber salido del todo del peto: a mí eso me pone negra y si la gente chilla puedo llegar a bramar.
Efectivamente, dicen los estudiosos que la vista no es el sentido más desarrollado del toro, sino el oído y, sobre todo, el olfato. Y, por supuesto, como casi todos los animales, huelen el miedo y es ahí precisamente donde reside el principio del toreo, en disimular el miedo, que existe, en que no te lo huela, en el imponerse. Es el olfato lo que marca las querencias, mayormente la de chiqueros, y acerca del oído podemos añadir que hasta reconocen las voces y las llegan a obedecer.
De entrada, bien, a picar en el extremo opuesto a su lugar de salida, por lógica, pero si el toro no va por el motivo que sea, mayormente porque ahí no quiera pelea, ante de molerlo a capotazos hasta conseguirlo es conveniente desplazar el caballo a otro terreno más indicado porque el principio de toda lidia es aplicarla a favor del toro. Al respecto, dicen los viejos aficionados venteños que en esta plaza antiguamente se picaba en territorios del tendido 10, hasta que Alfonso Navalón en los años sesenta impuso la moda de picar justamente en la puerta grande, frente a los chiqueros, como tu dices, incorporando a esta plaza las costumbres camperas.
Esta plaza, estimado J. Chaves, era sabia y ahora ya no lo es, tu abuelo te dijo la verdad, muy dura, pero sabia.
Me encantó la variada corrida de Adolfo, preciosa corrida de toros, y no me gustó Pepe Moral, gran toro el quinto, Chaparrito, mañana si tengo tiempo quiero escribir algo sobre él.
Buenas noches, paisano, y gracias por tu visita y tus comentarios.

La condesa de Estraza

Anónimo dijo...

La corrida de Adolfo ayer,volvió a tener las virtudes que había perdido en los últimos años. La casta y el no caerse. En el caso del toro de Moral, también la bravura. A mi si me gustó el torero sevillano, a los toreros hay que medirse por sus oponentes y para mi gusto ha sido ese toro el más completo de la feria.Y después de ver como desesperados toreros sin contratos se tiran a matar suicidamente, ver a este chico ejecutar la suerte suptema da gusto.