Sevilla, en mi mente, y la comprobación demoledora de que el magisterio en ciencias ocultas del taurineo grande se ha salido con la suya, aprovechando la corriente toristas del toro tanga, y el alma a los pies apocalíptica se me ha caído.
El búfalo mocho, la combinación perfecta, adiós al genuino toro de lidia, ya están aquí los cebones como advertí, en la real Maestranza con sus grimosos Maestrantes los tiene usted, cartel de feria, la gran coartada de unos profesionales expertísimos y de extraordinario nivel, sabios en lo suyo, llevan toda la vida en esto, se recuerda por si hubiera alguna duda y tontos no son, incluso sus antepasados ya estuvieron y los antepasados de sus antepasados y, sino se remedia, también lo estarán sus descendientes.
Me escribe ahora mismo Valentín Azcune lo siguiente, copio and pego:
Acabo de leer en un libro del antiguo crítico e historiador "Don Ventura", que en una corrida celebrada en Madrid a mediados del siglo XIX (Plaza de la Puerta de Alcalá) el escándalo fue tan grande por la mala presencia del ganado (brochos hasta no poder herir, cojos, mansos...) que el Corregidor de Madrid (algo así como ahora el Alcalde) obligó al empresario de la plaza a dar la vuelta al ruedo, acompañado, para que no escapara, por dos alguaciles, para que así el público desahogara sus iras gritándole y diciéndole lo que le viniera en gana. Parece ser que murió de pena a las pocas semanas.
¡Cómo se las gastaban los aficionados y los Corregidores de hace ciento sesenta años!
Y cómo se las gastaban los empresarios de entonces,
contesto yo desde aquí, que éste fue capaz de morir de pena a las pocas semanas, un romántico de libro, qué gente aquella, sevillanos míos.
Foto: portada de la obra "Las pequeños colecciones teatrales de la postguerra" de la que
es autor Valentín Azcune.
A las 14.14h del 29 de abril añade Valentín Azcune para información de todos y tras consultar los libracos de su fabulosa biblioteca, copio
and pego:
"La corrida se celebró en la plaza que estaba al lado de la Puerta de Alcalá, el 21 de agosto de 1848. Lo cuenta "Don Ventura" en su libro "Al hilo de las tablas" (3ª edición), pag. 290, y el empresario se llamaba Antonio Palacios".
Gracias de parte de todos, Valentín.