domingo, 22 de noviembre de 2015

Plaza de toros de Miami




Histórico mano a mano, plaza de Miami, 1960, que tampoco importa que el maestro salga trasquilado como sale, ni que el discípulo le pegue semejante repaso en solitario abriendo cartel con dos toros tan diferentes, de diferentes encastes, toristas del montón, como los escogidos para el encuentro del que es y debe ser siempre el retado. 
No importa nada, cuestión todo de sabiduría, porque a partir del baño que vemos y oímos, Sinatra siguió siendo el mismo, o mejor, y Elvis se consagró.
En los manos a manos, y yo estoy a la espera de anunciarme en uno que de cuajar sería "sonao", no importa el resultado personal de los espadas, secundario, la grandeza reside en que esas dos fuerzas de la naturaleza se enfrenten, que esas dos fieras humanas se vean las caras, toreros de mi corazón, y que los demás mortales seamos testigo.

Luego no me dirán que toreando a la limón lo coge para finalizar con uno
de Juan Pedro, en Love me tender, y lo revienta por completo. 
Pero es que la tarde estaba ya vencida.

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