Tenía yo ganas de que algún pardillo entrara al trapo de mi postura inicial acerca del Manifiesto mantenida desde las páginas de La Gaceta de Salamanca volcada una de entrada, para de un volantazo rapidísimo ponerme radicalmente en contra de aquel enjuague descarado que únicamente vino a colmar el ego momentáneo de algunos pintureros de fama. Y ya tengo el toro en suerte para lucimiento propio gracias a un tal Cota, vicepresidente de toreoenredhondo, y yo no digo que el tal Cota sea un pardillo, puesto que yo no conozco al tal Cota. Efectiviwonder, mi cuerpo serrano cambió de opinión respecto a esta locura tropical y manifestante de un día para otro y como apunta el tal Cota en el comentario que publica en la página de su peña, "en fin, sus motivos tendrá", puedo asegurarles que tengo motivos de sobra, que me sobran los motivos sabineros, serios, serios motivos, motivos de peso. Y que andaba loca yo por exponerlos hincándole el diente al tema en cuanto surgiera un espontáneo está más claro que el agua, y llega ahora la oportunidad de oro que me brinda este descolocado señor
-¿qué se creerá este señor, que yo soy una veleta?-
que muy atolondradamente me ha puesto el tema a huevo y que en cuanto pueda intentaré por derecho rematar. Lástima que hoy sea martes y me toque escribir de pago más que el Tostao, aunque será relatada aquí la peripecia próximamente del por qué un periódico del prestigio del charro cambia de repente su línea informativa respecto al movimiento de una serie de aficionados, ¿íntegros?, que quisieron meter cuchara en el toreo lanzando a los cuatro vientos una proclama que a día de hoy sólo sirve de risa.
(Pepecarlos: vetador)


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