 El Gallo, que vivía en Madrid, aprovechaba el coche de Juan Belmonte para ir o venir a Sevilla. Así, un día Juan le avisó para que estuviera preparado para la mañana siguiente que pasaría su chofer a buscarle, ya que regresaban a la capital. El chófer conduciendo, el de Triana a su lado y el gitano atrás atravesaban Despeñaperros a buena velocidad cuando vieron como un tren de pasajeros echaba humo negro intentando subir la pronunciada cuesta,
El Gallo, que vivía en Madrid, aprovechaba el coche de Juan Belmonte para ir o venir a Sevilla. Así, un día Juan le avisó para que estuviera preparado para la mañana siguiente que pasaría su chofer a buscarle, ya que regresaban a la capital. El chófer conduciendo, el de Triana a su lado y el gitano atrás atravesaban Despeñaperros a buena velocidad cuando vieron como un tren de pasajeros echaba humo negro intentando subir la pronunciada cuesta,chaca-chaca-chaca-chaca,
prácticamente parado iba por entre las montañas, que dejaron para atrás de un oportuno acelerón al modernísimo automóvil.
Cuando habían superado el puerto y ya cruzaban la llanura manchega, ven que viene embalado el tren a sus espaldas, muy deprisa,
chacachá, chacachá, chacachá, piii, piii, y que les adelanta a toda mecha. Abre la ventanilla Rafael y dice mirando al tren:
"ezos cohonitos en Dezpeñaperros"
 
 
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