jueves, 24 de enero de 2008

El toro

La Fiesta actual es una maraña de tales proporciones, un enredo de intereses tan apabullante, tan asfixiada la tienen unos profesionales insaciables, que estoy segura de que si a todos los aficionados que pasan por aquí se les pidiera, en prioridad, qué problema considerarían ellos el principal a atajar, habría tantas propuestas como individuos. Nos encontraríamos que en vez de contar con una solución para cada problema, contábamos con un problema para cada solución.
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Y todos y cada uno de nosotros llevaríamos razón. Desde el que se pone como la moto del Marqués de la Moto de Maroto en cuanto se percata de la práctica desaparición de la casta en la dehesa brava, como el que considere que la culpa del estado de la cuestión la tiene el silencio cómplice de la prensa, no toda. Pasando por cualquier otro compañero de charla que propusiera muy inteligentemente que lo conveniente sería empezar la limpieza desde abajo, pues ese roneo que se traen unos simples mulilleros antes de arrastrar el toro perdiendo unos segundos para que la gente se caliente arriba y pida una oreja, es indignante. O la autoridad, o las empresas que se quieren llevar todo el dinero, o el triunvirato de los toreros, o el público o la afición.
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Si a mí me dieran a escoger yo propondría que se probara de entrada a bajar el tamaño del toro (he dicho tamaño, término desconocido hasta hace treinta años en ganadería) y que vuelva el toro en tipo. ¿Dónde vamos a parar con este búfalo? Bueyes. Altos como camellos, bastos de piel, de jopo pelado, sin morrillo, pezuñas redondas como platos soperos -añorados toros de pata de cabra- y unas badanas exactas a un edredón tamaño cama de matrimonio mal avenido. En estatura superior muchas veces a sus matadores, y eso que la talla de los muchachos españoles ha subido una barbaridad en centímetros y las chicas de hoy día no tienen que cargar con auténticos retacos.
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Porque el toro bravo es muy pequeño de estampa, sólo hay que reparar en la vaca, lo cual no evita que en su integridad resulte un animal verdaderamente inquietante y dé pavor aunque lo observes a buen recaudo y desde un punto en el que se encuentre uno protegido con la máxima seguridad. El toro tiene que moverse, ahí está su peligro, en que cuando te has tenido que tragar un cate ya te esté amagando con otro y otro y otro, sin más remedio para el hombre que aguantarse quieto, sujetando la media docena de arrancadas se-gui-das como el que aguanta seis viajes directos a la nariz del puño izquierdo de Tyson. Primera serie, segunda también podría ser, pero, si el toro es bravo, rompe, y se entrega, porque la bravura lleva el componente añadido de la nobleza, sin descuidarse uno, que un animal noble tampoco es una animal que se deje tocar los cataplos por muletero enfandilado.
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Chiquititos los toros, finos de cabos, pitones astiverdes, frente rizada, paticortos, de cuello largo, veletos a ser posible, de variadas capas, hocico húmedo y breve culata a lo Clint Eastwood. ¿Se escribe así el apellido de "Sin perdón"?

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Utopía?

Querida Condesa, ha empleado usted términos en este post que al 90 € de los ocupantes de cualquier plaza de España, le suenan a chino, empezando por el hecho de que la mayoría, no tienen ni pajolera idea de la ganadería que se lidia cada tarde. Por lo tanto, qué fuerza vamos a tener los aficionados para pedir nada si pintamos menos que Jacinto en la boda y eso que el pobre Jacinto era el novio.

Un servidor, a todo lo que usted ha dicho, le sumaría una pizquita de casta para olvidarnos del toro bobo que nos hace bostezar y comer pipas para no quedarnos dormidos.

Un saludito y sepa usted que sigo estudiando el tema del chófer para la tourne de la temporada taurina.

Anónimo dijo...

Nunca entenderé
porque pierdes el tiempo
en esta hortera,
cochambrosa,
corrupta y
dejenerada
tortura a los animales.

Un tía como tú,
como tu escribes,
que manera de perder el tiempo.

Beatriche

Anónimo dijo...

cuando lei, casi rezaba que palabra a palabra la siguiente no fastidiaria la surgida.
y fue.
no era milagro.
sus toros son
de un toril
visceral.

asi , si lo permite señora condesa,su solucion tiene dos problemeros.
y cierto que se apuntaran muchos a leer su "profession de foi".

el saludo, cordialyamable.

ludo

Anónimo dijo...

Jabonero: ¿Utopía? Seamos realistas, pidamos lo imposible.

Bueno, la Triche, el terror de Malasaña, que se ha hecho carne mortal en mi blog y a ver como me la sacudo yo ahora. La antitaurina absoluta, una guerrillera urbana que odia a los toreros (a todos) y es de las que desean que palmen los hombres en la arena por cornada letal. Vuelve, nena, y amenízanos la vida con tus teorías, que se te puede echar encima un ganao con el que, conociéndote como te conozco, vas a flipar.

Ludo, gracias, nada más que eso... y buenas noches para los tres.

La condesa de Estraza

Anónimo dijo...

Qué lujo su presencia, pero mala pata, dealvaro. Intentando editar el comentario que ha puesto usted a este post (no sé si habrá notado que estoy en pañales)
me lo he cargado y sabe Dios dónde habrá ido a parar el pobrecito. Disculpas le pido, eso, y que vuelva por aquí, el buen rollo va a estar garantizado.

La condesa de Estraza

Anónimo dijo...

Condesa: Abruma el remate de su texto. Desde la sensualidad al conocimiento y viceversa.
Ese belfo húmedo y esa culata valen por media pauloba.
!Que aprendan los juntaletras socialdemocratas politicamente correctos!.
Desde la humildad este "cura" la bendice en el nombre del Paula y de todas sus castas. Amen.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Gracias, Santidad, es usted un hombre, al que sin conocer, profeso una extraordinaria admiración. Un lujo aquí, vuelva, que le espero.

La condesa de Estraza