La Asociación el Toro de Madrid

Se suele decir entre los profesionales de prensa, que no existe un objeto tan viejo como el periódico del día anterior.

En prensa manda la actualidad. Así que entro a saco en la última polémica surgida en la cuernored, que tiene a la Asociación el Toro de Madrid y a su anual lista negra de ganaderías como protagonistas. Da la sensación de que el análisis de los toros anunciados para la próxima feria de abril de Sevilla, que prometimos, fuera ya como el anticuado periódico del día anterior. Máxime, cuando tenemos hechos público hace escasas horas los de las Fallas -más de lo mismo- incompresiblemente copada la feria levantina por una serie, idéntica, de criadores del animal basura.

Todos aquellos visitantes a los que tengo el gusto de conocer, o a los que sin conocernos habéis percibido ciertas características referentes a mi persona, entenderéis que a mí una lista negra me ponga los nervios de punta. Me entero de una lista negra más y es como si me pisaran el rabo: no a la listas negras, convirtámoslas en papel mojado, ¡fuego!. Oscura relación de personas confeccionada por otras personas, no mejores, en la que históricamente se ha visto incluida gente inocente pero que convenía exterminar, reprimir, achantar, las listas negras han gozado siempre de muy mala prensa, traen malos recuerdos, su nombre es muy feo.

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"Los diez de Hollywood", y se acabaron para siempre los grandes guionistas en la Meca del cine.

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Las listas negras son muy vulnerables. Pues cabe la omisión voluntaria o no, sospecha latente siempre para el profano cuando las repasa, aunque no se llegue a conocer el cuadro sentimental -sus filias o fobias- de aquel colectivo que las realiza. Pero siendo lo dicho muy jodido, el verdadero peligro de las listas negras llega cuando, pretendiendo ser justos o intentando que no se le vea a uno el plumero, tienes que verte obligado a incluir nombres que, aunque debido a sus hechos puntuales merezcan la condena pública, su trayectoria sin mácula aconseje prudencia y no un tratamiento a lo loco que criminalice a un hombre con la conciencia tranquila. Con la consiguiente confusión, por añadidura, para el resto de los mortales que no se encuentren tan introducidos en la "pomada", como ocurre con los listeros del censo del Toro. Un abrazo, Tomás Prieto de la Cal, que sabemos que estás manteniendo un encaste contra viento y marea y que te deben corroer muchas dudas al respecto cuando ves el panorama presente.

¿Cómo permitimos que el joven ganadero de La Ruiza haya sido puesto al mismo nivel que la me-ga-pi-ja de Clota Calvo. Buenavista, a la que le puso su esposo una ganadería para decorarle el encinar, capitoné, y que no se le aburriera la señora?

Soy de esa clase de aficionados a los que no le gusta lo de Miura, eso no embiste, y de rasurado...

Pero a mí no me molesta un encierro procedente de Zahariche en la plaza de Madrid, son toros diferentes, eso no lo duda nadie, luego iría encantada. Pero pudiera darse el caso, por contra, que otros abonados de la capital fueran furibundos apasionados del encaste sevillano y, no sé en nombre de qué ni de quién, se les intenta cercenar toda posibilidad de ver en acción a su ganadería favorita saltar al ruedo de la Monumental.

Miren, estos jueguecitos están muy bien para pasar el rato entre los aficionados que forman las diferentes peñas durante los amuermados días de invierno. Un quita y un pon de uso y disfrute interno, pero cuando se hacen públicos, ¡mucho ojo! Más a mi favor cuando, según lo leído por esos blogs, la intención es oficializar la antipática lista, tan parcial por otra parte, elevándola a la presidenta de la Comunidad en un error mayúsculo que al único que beneficiaría es al taurino.

Como conozco muy bien el percal venteño (y comienzo a conocer el no venteño) deseo aclarar que este artículo está escrito única y exclusivamente desde la sinceridad más absoluta que le debo al lector a la hora de opinar servidora en un medio de comunicación. En la Asociación el Toro de Madrid tengo algún amigo de ley y bastantes conocidos a los que profeso gran estima, gente muy familiar desde hace la tira de años con los que he compartido muchas horas de tendidos y muchos encuentros por los pasillos venteños.

Lo cual no evita que allí también se encuentre mi gran enemigo, un enemigo a sangre, al que no le levantaré el palo hasta que me vea a hombros y con los pies por delante. Se trata del excelentísimo señor don José Carlos Fernández-Villaverde y de Silva, conde de Estradas y presidente de la entidad, por si hubiera alguna duda.