domingo, 24 de febrero de 2008

Problema técnico

Queridos amigos:
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Me encuentro en otro planeta, como lo oyen, esta sala es la sucursal de un zoco marroquí. Estoy en un locutorio regentado por unos murubes (moros en cheli) sito en el corazón del territorio comanche del Lavapies madrileño, en día lluvioso de Rastro y de madrugón gitano. Aquí me he visto obligada a bajar, en pijama y zapatillas para no llamar la atención, para comunicarles a ustedes que este blog va a sufrir un parón y no precisamente el parón del difunto Villalta, don Nicanor, debido a un problema técnico de envergadura. Simplemente, o sea, desgraciadamente, anoche le reventó el disco duro al ordenador según todos los diagnósticos de los técnicos, tanto titulados como macarrónicos, del barrio plateado por la luna.
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El marrón es morrocotudo, no sólo por el pellizco que le supone a mi magra cartera ya de por sí muy pellizcada, sino también porque me incomunica con ustedes por unos días y esto sí que lo siento yo de veras. No me olviden y vuelvan, que habrá sorpresas, prometido, y vamos a ver si Nassar Chrif le mete mano rápido a las tripas del bicho, me lo devuelve sano y salvo, y lo antes posible vuelvo a estar aquí para que sigamos hablando de toros.
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Buen domingo, gracias por esas visitas, pido disculpas por la inoportuna avería, y a todo esto Rosa de gira electoral por los pueblos norteños. Hay que joderse: Rosaaaaa.

viernes, 22 de febrero de 2008

Manolete

No me acuerdo si fue a Luis Miguel al que le oí decir que en España "no se puede hablar mal de los muertos ni bien de los vivos". Y es cierto, aquí somos muy dados a despellejarnos a la mínima para que en cuanto la hayamos palmado tener todas las posibilidades de que lo pongan a uno en los altares. Esta manera de ser resulta una putada, qué duda cabe, pues los reconocimientos si han de ser, que sean en vida. Excepto para un caso, y se matiza: cuando cualquiera cae víctima del toro. Toreros únicamente, aquí no cuentan aquellos que por accidente, torpeza o provocación indebida hayan perecido a causa de una cornada. Pues son los toreros los únicos hombres que implícito a su oficio, saben de antemano que cabe la posibilidad morir. Y es precisamente el conocer la posibilidad de antemano lo que le da a estos hombres el honor de ser más valiente que el resto de los mortales. En tal plaza, tal día y a tal hora... me espera, ¿habrá nacido ya el becerro que me debe matar?
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"Ni bien de los vivos ni mal de los muertos"... o todo lo contrario "ni bien de los muertos ni mal de los vivos", y me explico. Yo no fui partidaria para nada de Paquirri y sacudí en su contra lo que pude pues le consideré siempre un torero malísimo, hasta Pozoblanco, y a partir de aquella espeluznante cogida en un pueblo perdido de Andalucía, la que firma no ha vuelto a hacer un comentario en contra del padre de Paquirrín. Tampoco es que haya cambiado de opinión acerca de las calidades toreras del atleta de Barbate, y si a su figura hace falta ponerla en el sitio que le corresponde históricamente, se la pone y punto, pero nunca bajeando la biografía de un hombre que ha contribuido con su vida a dar grandeza al toreo.
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Así me lo enseñaron mis mayores y así lo practico: todo torero que ha muerto en la arena debe ser intocable como tal.
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Preámbulo que me permite apelar a la sensibilidad de ustedes, ahora que me dispongo a hablar de Manolete y de todas las ventajas de las que se le viene acusando, que impuso, hechas norma hoy día. Para empezar, y como han apuntado las visitas del post anterior, es imposible tratar con rigor el paso de Manolete por el toreo, sin situarle en la tétrica época que le tocó vivir, con la hambruna campando de norte a sur y de este a oeste. Causa principal para que la cabaña se viera diezmada tras la guerra, convertidos los toros de casta en guisotes para una población desesperada que no tenía otra cosa que llevarse a la boca. Ese es el motivo de que Manolete a partir de tomar la alternativa en Sevilla el 2 de julio de 1939, antes no, fotos hay, se vea obligado a matar auténticos utreros, famélicos novillos que, dicho sea de paso, se movían como rayos sacudiendo estopa, pues es en la velocidad donde reside el peligro principal del toro.
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Pero los mataba Manolete y el que no era Manolete, no nos vayamos a equivocar, porque el toro salía, sale y saldrá lo mismo para todas las figuras de cualquier tiempo. Una de las premisas que no se tiene en cuenta para nada a la hora de analizar al matador cordobés, es lo poco que que Manuel duró en el toreo, justo lo que va desde julio de 1939 a agosto de 1947, ocho años, o sea, menos de la mitad de lo que el plasta de Enrique Ponce lleva por esas ferias echando la pata atrás. Más aún, no ocho años, sino siete, pues Manolete en 1946 no toreó -aunque sí mató como único festejo la corrida de Beneficencia- para vivir con Lupe Sino la historia de amor más pura que personaje alguno del siglo XX haya consumado jamás.
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Es mediada la campaña del 45 cuando Manolete comienza a dar muestras de un agotamiento importante, seguramente a causa de un desequilibrio emocional debido a las tristes circunstancias familiares que corroían su ánimo. Primeras y veladas opiniones acerca de su relación con las drogas y el alcohol, pues cabe también suponer algún componente autodestructivo propio de su apabullante personalidad, como corresponde a todo romántico de una pieza. Manolete llegó a Linares con lo que hoy se podría diagnosticar como una profunda depresión, muy débil mental y síquicamente y en condiciones no muy idóneas para matar las veintiuna corridas que aún le quedaban, tras la fatal de Miura, de la intensa temporada que le había firmado José Flores, Camará.
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Y eso que el matador le había ordenado a su apoderado que deseaba que la temporada fuera cómoda en fechas, pues él ya no estaba en el toreo, que estaba a punto de formar una familia con la mujer a la que amaba con locura. Pero Manolete era una máquina de generar dinero y había mucha ambición económica a su alrededor. "No pararán hasta que lo vean muerto", Lupe, en declaraciones a un periodista a su vuelta de México en abril del 47, y es aquí donde reside la sospecha de que aquel íntegro y melancólico torero, pudiera haber sido exprimido hasta límites escandalosos.
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Manolete muere sin saber el dinero que tiene, ni las fincas a su nombre, ni tenía idea de cual era su patrimonio real. Del mismo modo, quiero pensar que ignoraba la mayoría de los manejos que se curraba Camará, su administrador, para que siguiera produciendo la millonada que producía. Camará, el inventor del apoderado moderno, que entraba y salía como Perico por su casa de las ganaderías, reseñaba, este, sí, este, no, ponía y quitaba teloneros, achantaba a la prensa y manejaba a su antojo a toro, torero y público en beneficio propio. Lo que le resultaba muy cómodo al joven triunfador, obviamente, en la higuera de todo el intríngulis que le tenía organizado su apoderado, pues él bastante tenía con torear y controlar a su madre, y los celos de su madre por Lupe Sino, causa esta rivalidad femenina tan complicada de resolver, de que Manolete pasara los tres últimos años de su vida en unas circunstancias emocionales algo más que lamentables.
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No es justo cargar en las huesudas espaldas del héroe las culpas de todos los vicios que, a partir de él, hicieron mella en el toreo hasta convertirlo en un melonar. Dispensa solicito para aquel que dio su vida -¿qué más se puede dar?- frente a Islero. Gloria a Manuel Laureano Rodríguez Sánchez, valiente cordobés de imborrable recuerdo en la memoria colectiva de la Fiesta.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Ganaderos

No entiendo el por qué los ganaderos de bravo, salvo excepciones, los Martín a la cabeza, no se hacen los amos del toreo y sacan pecho en los salones como propietarios del factor fundamental de un espectáculo que es imposible organizar sin contar con ellos. No digo que los ganaderos, como representantes del animal, sean los protagonistas de la Fiesta. Que ahí está el hombre, el torero, y donde está el hombre siempre tiene primacía sobre cualquier otro ser vivo de la naturaleza. Es la inteligencia la que manda, la que nos da en la evolución el principal papel con capacidad para imponernos a las especies inferiores, lo que nos compromete a respetarlas, cuidarlas y no manipularlas. Pero tampoco veo yo tan claro que el maestro toreador sea protagonista de nada, cuando necesita obligatoriamente contar con una materia prima muy determinada, viva, luego si se necesita viva el toro no es una caja de pescao para arrastrarlo por los suelos, ni tiene por que ser víctima de todas las perrerías que se le vienen realizando, progresivamente, desde que se tienen noticias.
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Materia prima que tiene reacciones, y reacciones basadas en defender su territorio, dotado el toro con capacidad como para matar a todo aquel valiente que intente profanarlo. Algo parecido a la defensa del ultrajado honor entre personas (al que le quede honor) que ahí ya es que te han hurgado en la fibra y no tienes más remedio que pegarle una embestida al bulto de la vida, con la sana intención de pegarle una corná a todo aquel que se pase de la raya. Bua, ¡el honor!, si eso ya no se lleva, ¿de qué estará hablando esta tarde la condesa? Si ahora se debe ser ciudadano corresto y todo lo que tenga que ver con una arrancada a tiempo cuando notas que te han tocado los pergolatos, está mal visto en la paya aldea global, descerebrada y sin memoria.
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No le den más vueltas, el toro de casta en estos tiempos se encuentra exactamente en el mismo estado en que se encuentra el hombre, en decadencia, cunde el manso, y el metrosexual, y el sarasa, y hoy para echarte a la cara a un tío, o a un toro, te tienes que exiliar en las capeas de la reserva norte de Extremadura si quieres volver a tener contacto con aquello que desde la infancia una entiende por viril: sea el macho duque o cuatreño, mayormente.
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Cuando la Fiesta se empezó a ver reglamentada a mediados del siglo XIX, cuando aquel anárquico ejercicio de salir al toro como el que sale a setas comenzaba a convertirse en una ciencia, el mando lo llevaban los ganaderos. Señores del latifundio que ponían y quitaban rey en las partidas del ruedo, siempre pensando en la cotización al alza de su ganado, orgullosos de criar un toro más fiero que el de los demás vecinos de la linde. Aquellos personajes del campo bravo sí que pensaron en el futuro y de su talento y escrúpulo se viene viviendo hasta hoy, cuando comprobamos que el toro ha perdido la mayor parte de sus pecularidades genéticas como corresponde al animal más enigmático del planeta.
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Pero los legendarios ganaderos decimonónicos no contaron con un fenómeno que se produciría unas décadas después. La aparición de dos colosos sevillanos que iban a modificar todas la reglas conocidas del arte de torear. Joselito el Gallo, torero de escuela, el emperador gitano de facultades sobrenaturales al que mató un toro en Talavera. Y su compinche Belmonte, don Juan, genio, autodidacta y revolucionario, joven impotente de piernas y superviviente de naufragios mil, que paradójicamente tuvo que pegarse un tiro cuando ya no podía ni con su alma de anciano enamorado. Adiós con Joselito y Belmonte a los ganaderos instalados en el poder, que no tuvieron más remedio que acatar el cambio impuesto por el hombre y de un golpe verse obligados a seleccionar un toro idóneo para los nuevos tiempos. Así fue, no les quedó más remedio que ceder, pasándole el testigo a los matadores, que comenzaron a imponer su ley.
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Los ganaderos pierden el trono, los mandos recaen en las figuras y, ojo al dato histórico, bajo el dominio de aquellas figuras el toreo vive su época dorada. Pero, amigos, muerto Manolete, aparece en el espléndido panorama que se le avecinaba a la Fiesta una subclase profesional a la que desde los primeros años cincuenta se la conoce con el despectivo nombre de taurinos. A tomar por donde amargan los pepinos se manda radical a los matadores de toros. Actores secundarios desde entonces que, junto con los ganaderos, pasan a formar una tropa a la órdenes de la férrea dictadura de unos cuantos avispados que no se juegan nada en la arena y, sin embargo, son los que se llevan desde entonces la parte del león. La nefasta labor de estos empresarios, casi siempre toreros fracasados enfermos de ambición y de complejos, ha devaluado el negocio a extremos tan escandalosos, que entre cuatro individuos han conseguido que la Fiesta esté mal vista en sociedad, habiendo perdido todo el sentido para las nuevas generaciones de españoles a los que ni siquiera les interesa acercase a ella por curiosidad.
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Bastaría que los ganaderos-ganaderos recuperaran su dignidad y se rebelaran. Eso, y no fomentar un peligroso grupo de criadores nuevos ricos, que al no vivir del campo abaratan la cabaña hasta el regalo incluso en plazas de primera (ando investigando al respecto, queo me han dado) con tal de presumir de unos honores que no les corresponden. Como consecuencia de política laboral tan disparatada, los ganaderos, digamos vocacionales, crean una seria competencia desleal en contra de ellos mismos, con ventas indiscriminadas de cabezas a todo el se encapriche con una punta de vacas de postín y su correspondiente semental.
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Ni desecho ni san desecho, el todo vale, el pan para hoy y el hambre para mañana, la ruina tanto para ellos como para los que opinamos que se está dilapidando un tesoro que moralmente nos corresponde a todos los que componemos este pueblo mediterráneo que supo conservarlo ofrenciendo a cambio de ello muchas vidas.

lunes, 18 de febrero de 2008

José Ortega Cano

Soy de las que pienso que a mayor apuesta existencial, mayores probabilidades de convertirse uno en un muñeco roto. Pero no es lo mismo ser un muñeco roto como lo pueda ser el Pelusa Maradona o Leopoldo María Panero, como lo es José Ortega Cano. La principal razón reside en que tanto el futbolista como el poeta maldito, aunque rotos, no son muñecos. A uno le respalda el haber sido el rey del deporte rey. Al otro, una obra escrita muy válida cuyo precio fue la locura hasta verse de por vida con los huesos en un manicomio sin posibilidad ninguna de recuperación. Pero tampoco se encuentra ahí la diferencia total entre estas dos celebridades de la cultura universal al compararlas con el torero, sino que estriba en algo que tiene mucho que ver con el territorio del pudor, rigor hacia uno mismo muy diferente tanto en unos como en el otro.
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Porque nadie está libre de descender a los infiernos y quedarse en el hoyo para siempre. Pero no es lo mismo exhibirse como parte de un espectáculo circense en un programa de televisión a cambio de unos millones de pesetas, que mantener el orgullo de ser persona más allá de las desdichadas consecuencias que acarrea una mente enferma. Y lástima da hablar así cuando nos referimos a un torero. Buen torero, de los de levantarse estando hundido, el cual (junto con Julio Robles y César Rincón, y hasta la llegada de José Tomás) es sin duda el mejor desde la magnífica generación de los años setenta hasta la entrada del siglo XXI.
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José Ortega Cano, además, le cae muy mal a la sociedad española, dada la cantidad de gilipolleces de las que viene siendo protagonista desde que se casó en pánica boda con Rocío Jurado, pues la población sólo tiene conocimiento acerca de la persona en esta última etapa de su escandalosa decadencia. Tonta la gente no es y, como su gran faena en Las Ventas al toro Cabezudo, de Benavides, la vimos únicamente veinte mil personas, no vaya usted al gentío intentando convencerle de que ese hombre al que ven en un plató hecho un guiñapo, tuvo muchas tardes el valor y la arrogancia de jugarse la vida frente al toro.
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Por renovados motivos profesionales la que firma se ve obligada a comenzar esta temporada taurineando mucho. Madrid no es Salamanca, por ejemplo, que pones el pié en la plaza de Santa Eulalia y sin moverte del sitio compruebas como pasa en fila india por tu lado el campo charro al completo. La capital de estos reinos es lo bueno que tiene, que si quieres taurineo tienes taurineo de altura -o de bajura- y si no quieres taurineo te apuntas a otras tribus urbanas y no oyes hablar de un pitón en meses.
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Lo que cuentan los taurinos con pelos y señales de movidas, fechas, lugares, situaciones, referente al estado en que se encuentra el matador de toros de Cartagena, no se puede reproducir aquí ni en ningún sitio. Por dos motivos: uno, porque los hechos no los tenemos contrastados. Dos, porque aún estando en condiciones de dar fe de que sucedieron, podría ser el asunto causa de talego ya que los mismos son indemostrables.
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Pertenezco a ese grupo humano al que le importa muy poco la vida de los demás, ya que con la mía tengo yo para entretenerme un rato. Pero con el desgraciado caso de este torero, su deprimente situación actual y la empecinada manera que tiene de empeñarse en hacerla pública nada más y nada menos que desde una tribuna tan potente como es la prensa rosa -¡esa máquina de picar carne!- sale perjudicado todo un colectivo, amplio, de profesionales de los más diversos sectores que pertenecemos a la empresa del toreo. Seriamente perjudicados por la actitud de un solo individuo, en el dique seco, que no se resigna a entender que su momento profesional ya pasó y que lo mejor sería que se quedara en su casa. Haciendo lo que a cada uno le venga en gana, infinitas formas de vivir la vida llevadas a cabo en la intimidad, sin por ello tener que chamuscar la imagen de la Fiesta entera y sacrosanta.
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No sé si les pasará a ustedes lo mismo. Pero a mí mis amigos de los bares me tienen frita, en bar que entro, en bar que me fríen, intentando indagar la parroquia acerca de las causas a las que se podría deber la lamentable actuación de José Ortega Cano hace unas noches en "Dónde estás corazón", un viernes en Antena3 y con el share por la nubes. Y, como no tengo palabras de respuesta, suelo acudir a un lugar común y aseguro a todo aquel que me quiera escuchar que los toreros no son así, que pertenecen a una estirpe de hombre valientes, hombres que controlan, hombres que están mucho más cerca del héroe que del pelele.
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Que los toreros de verdad no tienen nada que ver con estos fantasmas que frecuentan el colorín, la mayoría de ellos pasados de rosca... pero de rosca.

jueves, 14 de febrero de 2008

14 de febrero

Hoy, 14 de febrero, hace un año que se presentó en Chicote, Gran Vía, Madrid, el primer libro de Carmen Esteban. Versa sobre los amores imposibles, pues a la oposición cerril de doña Angustías debemos sumar la muerte del torero, que mantuvieron Manolete y Lupe Sino. Dos jóvenes solteros de veinticinco años que, en época de Francisco Franco, formalizaron una de las primeras parejas de hecho españolas de las que se tiene noticia.
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El acto, en el que estuve por lógica, que fue algo más que el acto de la presentación de un libro, tuvo por padrinos nada más y nada menos que a José Tomás y a Joaquín Sabina. Dúo de artistas que, quizás junto a Javier Bardem, son las dos estrellas masculinas más internacionales del show bys español. Mi proximidad a la autora me permite poder compartir con ustedes que, como contestación a mi pregunta de por qué se había escogido precisamente la fecha del "día de los enamorados" para el evento, Carmen Esteban me contestó:
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"La decidió José Tomás y yo nunca le he preguntado por que ese día concretamente. Se le dieron a escoger tres o cuatro fechas posibles y José escogió esta. Venir desde México para lo acasión no fue fácil y me imagino que sería un asunto de acople".
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Teniendo en cuenta que Carmen Esteban no tiene blog, quiere aprovechar el mío para dar las gracias públicamente tanto a José Tomás como a Joaquín. Uno, José Tomás, gran amigo de la escritora. El otro, aunque no amigo en el estricto sentido de la palabra, sí un personaje con el que Carmen confiesa haber vivido alguna aventura inenarrable. Tiempos aquellos, cuando el Wyoming era un cantante de garito, ídolo de la parroquia de "La Aurora" que fue el primer negocio hostelero que tuvo en Madrid Nina Blanco, establecida por todo lo alto en estos momentos en la calle San Andrés, dueña y señora de "Nina", el restaurante madrileño de moda sito en el corazón latino de Malasaña.

miércoles, 13 de febrero de 2008

La plaza de Madrid

Señoras y señores: pueden creerme si les digo que llevo todo el día rogando al Cielo para que no entre un solo comentario en mi post anterior, que titulo Amenazas. Cómo pilla la gente, muchas gracias por poseer tan fino olfato, amigos. Porque a mí, que soy la autora, me gusta así. Solo, abandonaíto, como perdido, en silencio, frío y mudo y con un cero como toda contestación de ustedes ante unos acontecimientos que nos han sorprendido a muchos.
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Soy abonada a la plaza de Madrid desde San Isidro 74. Aunque el año anterior ya había una picoteado los carteles de la feria gracias a conseguir entradas sueltas, suerte que me permitió ser testigo de la faena de Curro Romero al toro Marismeño, de Benítez Cubero, faena que entendí como una revelación de lo que sería el toreo, pues debido a la edad y a mi reciente incorporación a la capital, yo nunca había visto esas maneras. Servido el dato, obviamente entenderán que he vivido todas las etapas de todos los empresarios que han gestionado la Monumental. La etapa útima de Jardón, cuyo factotum fue don Livinio Stuyck, de cuyos planteamientos seguimos viviendo, hasta echar a esta familia del coso en plena Transición. Aquel bache se salvó gracias a diversos factores, pero la afición tuvo mucho que ver, un papel importantísimo tuvo, decisivo, y a ella se le debe en buena parte el haberlo superado. Hoy, si unos acontecimientos tanto taurinos como nacionales del peso que supuso la muerte de Franco en la sociedad española volvieran a repetirse, la afición venteña, perdida actualmente en un maremoto de intereses personales y en unos afanes de protagonismo individuales que dan grima, no tendría respuesta y sucumbiríamos.
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La sociedad Nueva Plaza de Toros de Madrid, dio paso a Taurina Hispalense, cuya cabeza visible eran Diodoro Canorea y José Luis Martín Berrocal. El año 1979 la gestionó don Diodoro para, cuando la autoridad le dió el pasapiri por pasarse, cederle el testigo al padre de la televisiva Vicky Martín Berrocal y así mismo de la esposa de Juan Mora. Lo más sonado que se recuerda de este señor como empresario, reside en que tuvo la ocurrencia de quitar el burladero de sol. El disparate del siglo, cometido para darle gusto a los periodistas que, como no tenían otra cosa que hacer, andaban a la greña metidos en una campaña a favor o en contra de suprimir el burladero: iniciada la campaña por el diario ABC.
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Ya se sabe que con Manolo Chopera salía el toro-toro y que el difunto empresario vasco, al que entre profesionales se le llamaba el Choperón, escogía para sus plazas las camadas por arriba. Para mí gusto ha sido el mejor empresario de Las Ventas hasta el momento, pero jugaron a su favor unos acontecimientos inesperados, que el gato lince de Donosti supo aprovechar divinamente. La explosión de la Movida, que no consistió en otra cosa que en el deseo de los jóvenes más vanguardistas de sentirse españoles, sin complejos, frente a la dictadura de la industria del ocio anglosajona, que llevaba imperando tres décadas en el mercado latino. Música popera con letras de toros, cine, pintura, y vuelta de la modernidad a la plaza de su tierra, con el graderío soleño repleto de rockeros a los que le reventaba la manga de la camisa a la altura de la patata de su brazo, entre los más variados saumerios, a las finas hierbas, mientras los botes de cerveza volaban por los aires.
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Influyó en la vuelta de la ciudad en masa a su plaza, las reapariciones de Antoñete y Manolo Vázquez, y las desdichadas muertes de Paquirri y Yiyo . Pues bien, toda esta inercia hacia las alturas (la Fiesta por entonces gozó de una extraordinaria popularidad y estaba completamente integrada en la vida urbana) se vio cercenada de cuajo por la terrorífica gestión de los hermano Lozano, al frente de Toresma y Toresma II. ¿Por qué II? Ahí perdimos el tren que pasaba rápido para habernos incorporado al siglo XXI, aquella etapa fue dantesca para todos, siniestra, pareciera en la distancia del tiempo como perteneciente a la escuela tenebrista.
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Como conoce bien la tropa dedicada al oficio de informar, el rumor es una fuente inagotable de noticias que, bien manejado y con experiencia, te puede llevar en prensa a la exclusiva de tu vida. Porque aquí nadie viene a contarte al oído que José Luis Lozano se está currando la tecla para hacerse con José Tomás en apoderamiento, aportando datos el soplón, fechas, horas de citas secretas, sino que te llega el macutazo y ya puedes ponerte las pilas y salir a los caminos cual sabuesa olisqueando las aceras. El runrun es constante, viene circulando desde mediados de la temporada pasada y dice machaconamente que el ideólogo del clan de La Sagra y sus célebres artimañas para conseguir sus fines, ha echado a rodar la maquinaria y no tiene otro objetivo que recuperar el goloso fortín de la calle de Alcalá.
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Pero afortunadamente hoy tenemos el coso en manos de José Antonio Chopera, abuelo de Rosa Jiménez Cano y papi taurino de servidora, uno de los pocos profesionales que quedan de fiar. Tras las desagradables vicisitudes que Chopera se vio obligado a atravesar como socio de uno de los estafadores de la operación Malaya, el empresario parece que poco a poco empieza a conseguir levantar una plaza que recibió muerta. Y es aquí, cuando atando cabos con algunos movimientos de fichas tenidos en cuenta, se dividen las opiniones a la hora de encajar el rumor lozano y toledano. Pues mientras unos aseguran que Chopera va a renunciar a las prórrogas que le quedan porque al bohemio anciano no le mola nada tanto curro, otros aseguran que, aunque la poca afición a los despachos del barandel es cierta, también está pensando en el futuro de su hijo Manuel, procurando como todo padre chanador que se forme como profesional a su vera y se nutra con su experiencia.
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Y yo me encuentro dispuesta a llevarle una vela a Santa Rita de Cassia, abogada de lo imposible, para que los políticos de la CAM mantengan en su puesto al actual equipo que rige la Monumental plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo, que diría el cursi de Fernando Fernández Román.

martes, 12 de febrero de 2008

Amenazas

Acaban de pasar las cosas de castaño, a oscuro. A las 20.37 horas de hoy, hace exactamente diez minutos, una voz masculina, anónima, irreconocible, sin especial acento, parecía la de un joven, ha entrado en mi domicilio a través del teléfono convencional y me ha amenazado, con simpatía, pero me ha amenazado. Como afortunadamente en este momento no estoy sola, los dos dos amigos que me acompañan pueden testificar allí donde sea preciso, que tal como lo cuento, ha ocurrido.
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Ignoro el motivo de esta nueva agresión a la libertad de expresión, en este caso corporizada en mi persona, y no voy a dar cuenta a la autoridad, de momento, de unos hechos que me resultan verdaderamente graves, métodos que creía olvidados a la altura de los tiempos en los que vivimos. Pero que quede constancia que vivo sola y, aunque no me van a amedroncar, ahora que salgo de paseo por mi barrio, que es uno de los más conflictivos de Madrid, no deseo ir preocupada por si se acerca el valiente que me va "a partir esos morros tuyos de vaca".
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POSDATA: Dada la reacción de alguien ante los hechos relatados, y como me he encontrado en mi correo al volver a casa el mensaje de una amiga al respecto, me he visto obligada a corregir la última palabra del presente post.
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La v... con tres puntos suspensivos -una consonante y otras tres letras ocultas en el aire- no significan lo que mi camarada ha creído entender, o, lo más probable, lo que yo, inadecuadamente, haya expresado muy fatalmente, por cierto. Sí, coincido en eso de que el punto final anterior llevaba a engaño, así que reproduzco más o menos acertadas las palabras textuales cuando oí que me decían que me van "a partir esos morros tuyos de vaca loca".

domingo, 10 de febrero de 2008

Respuesta al comentario de ALICIA

¿Alicia?, ¿ALMA?, ¿la historiadora del arte?, ¿la nueva del "7"?, ¿eres la Alicia de la Asociación el Toro de Madrid? ¿la amiguita de Pepecarlos..?
Vamos a ver, nena, que te quede claro que a este ejemplar de la clase humana más baja al que nos venimos refiriendo, servidora no le respeta -y no le des más vueltas- porque no entiendo yo por qué se debe respetar por sistema a todo zurriburri. Y sencillamente no respeto a este individuo porque no le considero respetable, y una tiene por norma no respetar aquello que no le resulta respetable. Bien, lo que no me explico es qué pinta metida en este fregao la cheerleader del graderío venteño, defendiendo causas que no le incuben a riesgo de salir empitonada, si acaso la osadía no se debe a que con su comentario no ha tenido más remedio que obedecer órdenes.
No temas por la integridad de "Francisco, Juan o Luis", o el moro Muza, que en este blog no se va a agredir a nadie, es más, demostrado tengo en mi corta vida como bloguera que a mí no me hiere cualquiera, y que paso mucho de entrar a trapos que no sean de mi interés. Teme, maja, sin embargo, por ese al que consideras un señor, y yo considero un mierda... Y si no quieres que tu alma (cándida) sufra un sobresalto en el futuro, lo mejor que podrías hacer es dejar de pasarte por aquí. Algo que no vas a lograr conseguir, para qué nos vamos a engañar, pero te ruego que no vuelvas a poner en mi espacio un sólo comentario más.
No permito que a mi escritura, nadie, y menos una estudianta que lo tiene todo por demostrar, la catalogue como palabrería. No, hija, no juegues con fuego. Porque el que a ti no te gusten mis textos, por lo que sea, no te permite descalificar mi trabajo. Te equivocas, además, pues lo que tú llamas crónica y por la que me das las gracias -¿?- no es otra cosa que una floreada disculpa para adornar lo más toreramente posible el meollo de mi artículo, que no reside en otro lugar que en los tres últimos párrafos. Es decir, lo que tú llamas palabrería es precisamente su contenido principal, lo que yo quería contar a los lectores, quedando tu culta personita en entredicho a la hora de valorar la capacidad para el análisis gramatical que pudieras poseer, amén de otras fenómenos atmosféricos que te pueden tener nubladas las entendederas.
Te aconsejo que te dediques a tu blog en exclusiva, con tus refrititos diarios, y dejes que otra mujer, yo, decida su camino libremente, al opinar aquí de sus asuntos como a ella le venga en gana y sin molestar a nadie ajeno a su objetivo.

sábado, 9 de febrero de 2008

Viaje a Valdemorillo

Acepté la invitación de Julio Stuyck para comer en "Los Bravos", Valdemorillo, y aquellos salones eran una verbena de taurinos, con la marquesa de la Vega de Anzo como animadora musical.
Exactamente igual que me pasó la otra noche en Ciudad Real -qué sorpresa- la afición confiesa conocer este neonato blog perfectamente y da su aprobación al respecto. Anima a dar caña, aconseja que me lo tome en serio, e incluso algún inesperado lector opina que ni se me ocurra decorarlo al gusto del colorín del bloguerío, que lo dejé así, pues lo encuentra muy serio, muy fúnebre, luego muy torero.
En el cartel Curro Díaz, César Jiménez y Salvador Cortés, con seis toros de Peñajara, lo que fuera de Manolo Peñaflor, origen Baltasar Ibán. Variada de capa la corrida, bien presentada, inválida, aunque se mantuvo de pies pues los toros, por regla general, casta tuvieron. La prueba está en cómo derrotaban de salida en los burladeros, concretamente tres se echaron uno de ellos a los lomos, volando las tablas corneadas hechas astillas. Sinceramente, me hubiera gustado ver esta corrida en manos de otros peones. Pues la lidia fue tal carnicería, todo en contra del toro, que a mí lo que me extraña es que llegaran a la muleta los animales en condiciones idoneas siquiera para andar. Especialmente el cuarto, segundo de Curro Díaz, que hizo este toro de salida eso que deben hacer los toros bravos en cuanto pisan la arena, que no todos los toros bravos lo hacen, aunque sí todos los toros que lo hacen son bravos.
Curro Díaz, que ya había cortado una oreja en su primero, un burraquito muy serio para plaza de tercera, parece que lo entendió igual que servidora. Rápido el torero, sin darse coba ni recurrir a probaturas y pareciendo que le hubiera gustado el toro, lo cogió con el capote, siempre hacia afuera, y le dió su merecido hasta rematar en los medios como el de Linares suele rematar capa en mano. Pero nuestro gozo en un pozo, el toro vió al caballo a lo lejos, se fue a por él como una bala y los peones, pésimamente colocados, no pudieron evitar que el toro se estrellara en el peto adonde llegó arrancado desde muy larga distancia. El puyazo que recibió propinado por un manazas, justo en los riñones, fue de tal calibre que lo partió, y ahí se acabó el toro y nuestras esperanzas. No obstante el toro murió de las rayas para afuera, sin volver jamás la cara en la pelea.
La oreja que así mismo cortó César Jiménez, el inexpresivo torero de Fuenlabrada, fue un regalo del popolo atendido por el señor presidente, tras una faena de la que lo único que recuerdo es que se basó en el más descarado unipase, sin ligar, muy superficial constantemente, por lo cual mal veo yo la recuperación de este muchacho. Tampoco le apreció una por ningún lado las cualidades a Salvador Cortés, un gigante al que le vimos ayer una nueva técnica a la hora de montar la espada y tirarse a un abismo con cuernos esperando la caída del hombre. Ya no es que estire el brazo al entrar a matar, sin flexionar el codo para soltar el cate en su momento -mano a la boca- sino que adelanta la pierna contraria, o sea, la izquierda, y con ella arranca, en unas de las más lamentables formas que se conocen de ejecutar la suerte suprema.

DETALLES
A modo telegráfico traigo a este espacio algunos detalles que considero importante dar a conocer.
. Mentira, no hubo tres cuartos de entrada, media si acaso, pues la gente cuando el lleno no se produce se sienta muy esponjada en los tendidos, aunque los revisteros hichan los números a favor de los taurinos, de quienes viven.
. Lo de las plazas cubiertas a mí concretamente me resulta insufrible. ¡Qué calor en un Valdemorillo!, adiós a la bendita luz natural, al olor, a la acústica y al aire libre, adiós a la policromía de los tendidos, adiós al sol y a la sombra.
Más, el tercer toro, tras tocar las telas, sangró hasta su muerte por el pitón izquierdo, y seguimos observando como continúa el roneo entre los banderilleros, dirigiéndose al palco con gestos de julais, siendo toreros, como implorando trofeos para su jefe de oro.
. Y ahora una pregunta, ante un nuevo fenómeno muy de moda y que yo no lo había visto hasta hace nada, ¿para qué coño tomarán notas determinados espectadores en gordos cuadernos de Petete? Algunos es que se escriben verdaderas Biblias, síntoma de mal aficionado, por cierto, a no ser que se trate de una pose para hacerse los importantes y que los compañeros de localidad le consideren a uno todo un profesional de la información.
El tomador mayor de nota de la capital de estos reinos es el charlante Pepecarlos, lo que ve el que vive, pobre audiencia de Linares, que es a este fulano al que se le debe el petardo de la tarde. Yo no me enteré, ni le vi dentro ni fuera de la plaza, luego no puedo asegurar que mi información sea cierta. Pero como mis fuentes son de fíar y me lo contaron posteriormente más de uno y más de dos de idéntica forma, no lo puedo garantizar al cien por cien, pero ocurrió así.
Resulta que estaba yo con un grupo de amigos alrededor de las taquillas, cuando el Pepecarlos éste apareció en lo alto de una escalera que estaba a escasos cinco metros de servidora, se conoce que para ponerse a la cola y sacar entradas. Miren, cuentan que el bote que pegó el gachó al notar mi presencia, una chicotá pura, fue exactamente igual que la de esos mansos cuando barruntan que le puede caer un puyazo desde el caballo, y salen de najas despavoridos.

viernes, 8 de febrero de 2008

Un bozal para el mayoral

Los graves problemas que acechan a la Fiesta son innumerables. Tal cantidad, que si acaso el destino no nos tiene reservada una sorpresa salvadora a favor de todos aquellos que la amamos, creo sinceramente que no sobrevirá más allá de veinticinco o treinta años.
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Tremenda responsabilidad histórica es la que tenemos en estos tiempos todos nosotros -todos- tanto los profesionales, como la afición. Pero, siendo la situación por la que atravesamos alarmante, no reside el peligro concretamente en una retahila interminable de problemas de todos los calibres y para todos los gustos. Sino que nos encontramos ante la irregularidad de que los problemas en sí forman una maraña de intereses tan fuera de control, he aquí el gran problema, que las puertas del futuno no se nos abrirán ni aunque le peguemos un hachazo a semejante nudo gordiano para intentar conseguir la liberación definitiva del toreo.
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Problemas procedentes desde todos los frentes y de toda naturaleza, aunque no nos debe asustar tanto el número en sí, como el comprobar estupefactos como un monopolio feroz de impresentables -una decena de individuos- copan absolutamente todas las funciones profesionales y son los auténticos generadores del desastre. Una ingerencia como un piano, que se puede considerar total y que viene a impidir cualquier alzamiento de un sector contra otro, con la ventilación que ello traería consigo.
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Pongo nombres al fenónemo, los Lozano, verbigracia, que sabido es que ocupan funciones encontradas pues, instalados desde hace décadas en la cúpula del toreo como apoderados por cuyos despachos han pasado la mayoría de las figuras del toreo, también ejercen como ganaderos de fama, como empresarios y, se dice, que son los propietarios de alguna rutilante cabecera de prensa. Pregunto, cuándo algún miembro de esta insaciable saga de la Sagra toledana, o de otra de similar catadura, se encuentre ante el dilema de escoger qué postura tomar ante una decisión, grave, que afecte al conjunto, ¿qué faceta prevalecerá sobre las otras, la de criadores de ganado de casta, la de representantes de la cabecera del escalafón, o más bien volcarán sus fuerza a favor de la bicoca que supone programar una feria con la categoría, pongamos, de la de San Isidro? Porque estamos hablando de los que han sido los responsables de la nave Ventas durante quince años, nave nodriza, a la que dejaron como un barco a la deriva, tras llevarse millonadas a espuertas.
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Pero lo tremendo no es comprobar cómo nos encontramos ante un material humano, el taurineo, que, aun conocedores de que su política laboral es suicida, no son capaces de rectificar su postura y sanear el toreo. Lo grave reside en que no desean rectificar, en negarse a poner los medios para siquiera intentar paliar un provenir que, auguo, se presenta negro, negrito, como el carbón. A mí estos comerciantes del cuerno me recuerdan a esos grandes maderistas a los que no les importa devastar los bosques, contal de que para cuando se acaben los árboles ellos ya habrán conseguido ser los suficientemente ricos.´
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Lo terrible es la nula voluntad de esta mediocre gente para decidirse a rectificar. El permanecer en el error como si nada, erre que erre, fuera por completo de lo que demanda la sociedad española, el negarse a reconocer en que instalados en el fraude se tiene contados los días, en querer permanecer contra viento y marea en el machito utilizando métodos propios de asaltadores de caminos.
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Que se fijen en el cine estos señores. Que aprendan cuando a finales de los años veinte Hollywood se encontró, de pronto y sin haberlo previsto, con la sorpresa de la invención del sonoro, que vino a apuntillar de un día para otro las películas mudas. Ya no valían aquellas divos de rostros maquillados con polvo de arroz que movían los labios al son de una pianola, que los tiempos demandaron de repente actores que supiera declamar frente a la cámara, físicos nuevos, nuevos repartos, y codos en los intérpretes para aprenderse de memoria diálogos y réplicas de largo metraje. Y no se ha conocido un crack semejante en la industria del ocio y, sin embargo, los reponsables de los grandes estudios, desde el productor más ansioso hasta el último técnico de luces, ¡a una!, lograron sustituir toda la anticuada maquinaria por un modelo nuevo en el escaso periodo de una década. Diez años concretamente, casi la mitad de tiempo que Enrique Ponce lleva dando el coñazo. Pues en el año 1939 se rueda "Lo que el viento se llevo", hablada la película, en color, con unos medios realmente impensables para la época, convirtiendo aquel pasatiempo del cinematógrafo en algo que hoy conocemos como el séptimo arte.
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Fin por esta noche, que mañana torea Curro Díaz en Valdemorillo y quiero estar espabilada. Un ruego por último de urgencia, que por si éramos pocos, parió la abuela: solicito un bozal para Alfonso Vázquez, inventor y mayoral de la enfundada vacada de Fuente Ymbro, y es que sería bueno que este hombre entendiera que una cosa es una idea y otra una ocurrencia.

martes, 5 de febrero de 2008

Sin post

Hoy no habrá una nueva entrada: estoy muy cansada. Aun no he cenado y llevo escribiendo muchas de las horas del día que acaba de concluir.
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El trabajo en este inicio de temporada está siendo verdaderamente agotador en cuanto a mi persona -¡menuda bola, ya era hora!- y como dice Rosa en su blog, si no quieres arroz, toma dos taza... Mañana dará servidora una conferencia en Toledo que está programada por la Caja Castilla-La Mancha para hablar, la que pasa por ser su más reconocida partidaria, sobre Manuel Rodríguez, Manolete. Procuraré acercar a los presentes tanto al hombre como al torero. Con naturalidad, aunque sin mentir, pero siempre creando la ilusión debida acerca de lo que ampara a mi entender a los últimos héroes vivos que quedan entre nosotros, mezclados con la mierda del ortopédico pensamiento universal.
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La cita, para aquellos amigos de la zona que deseen pasarse por el acto, es en el palacio de Benacazón a la 20.00 horas.


domingo, 3 de febrero de 2008

¡Arriba!, Teruel

Fue el torero de mi adolescencia, por él aquella niña dejó de soñar con Minguelín, aún Miguel Mateo en mi recuerdo de veterana aficionada como uno de los toreros más grandes que una haya tenido la suerte de admirar.

Le vi matar cantidad de corridas de toros, incluida la de su alternativa, una tarde de junio por San Pedro, en Burgos. Alternativa a la que tenían previsto acudir mis padres, desde Santander, con otro matrimonio amigo. Inolvidable para mi familia aquella excursión al páramo burgalés debido al monumental pateo que formó servidora hasta conseguir que mis viejos no tuvieran más remedio que cargar conmigo, siempre contando con la complicidad de mi señor padre, y adiós plan para un viaje turístico en libertad.

Luego, no se me olvidará, aquel torero de Madrid deslubró mis ojos infantiles cuando fui testigo de cómo recogía de la arena de la plaza de Navalmoral de la Mata un collar de brillantes con unos pedrolos como nueces, sin inmutarse, que le había lanzado al ruedo el carcamal de Barbara Hutton. Mientras el público observaba a la multimillonaria americana indicarle que se lo guardara porque era un regalo -como así se hizo- y al alcance de todos la escena irrepetible, pispándose los mayores de como a esta desdichada mujer se le caía frente al joven la baba guiri. Años más tardes, yo ya una moza, y quizá debido a la proximidad de ambos a la casa Dominguín, y sin poder precisar cómo ni cuándo ni dónde ni quién nos presento, Angel Teruel y yo nos conocimos.

Para aquellos lectores que tengan la suficiente paciencia como para tragarse esta sábana (¿será por paciencia?, ni Santo Job, colegas) traigo a la palestra algunos datos profesionales del diestro de Embajadores. Deben considerar el hecho como un servicio público dada mi filantropía, pues pretendo únicamente que se compare la percha de la última generación de grandes toreros, ya perdida en el tiempo, con la mentalidad de los toreros de hoy día. Teniendo en cuenta que los toreros son hombres, no máquinas, Ángel en 1973, tras fracasar en la Maestranza en abril, se tomó un descanso. A la baja, habiéndo sido máxima figura, y arrinconado por los taurinos y otras especies depredadoras, se anuncia en Vitoria un año depués con una corrida del abuelo de Vicente Sánchez-López, se la juega, y tiene la suerte de que Alfonso Navalón, que andaba por allí cubriendo la feria para "Pueblo", le haga el cronicón del siglo.

Porque Alfonso puso en figura a muchos toreros con sólo una plana, la mayoría de ellos ingratos sujetos que le volvieron luego la espalda. Ingenuos personajes que no calibraron lo despiado con el enemigo que podía llegar a ser el magnífico escritor charro. Un tipo implacable Alfonso, temeroso, todo aquel que se la jugó aviado iba, pues jamás le levantó la vara a nadie que le hubiera herido profundamente con el arma sibilina de la traicción, y traidores tuvo muchos. No fue el caso de Ángel, ¡un tío!, de los que puedo asegurar que se profesaron un extraordinario cariño y el respeto mutuo de la amistad verdadera. Con Navalón a favor, sale lanzado Ángel Teruel de nuevo al estrellato, para desde su altura solicitar la corrida de Miura para las temporadas 75 y 76, feria de San Isidro.

Le sigo admirando. Así, hace pocos años una de las revistas taurina en las que he trabajado, no puedo precisar cual pues he estado en todas y de todas me han echado, me encargó una estrevista con Manolo Cortés. Localizado el de Gines, me dio cita en el vergel extremeño de Los Ángeles, finca propiedad de Ángel al pie de Talavera, y allí acudí acompañada por un fotógrafo. Aunque me pase de espacio, lo voy a contar, hijos, que esto del Internet es lo que tiene, que te puedes pasar de tiempo y de espacio, y hasta de rosca, y ando yo por añadidura dominicalmente como muy dicharachera.

Verán, allí en el campo vimos una tarde toreo del caro, pero del caro, ocurrió que Manolo Cortés se encerraba con dos pepes en plan campero, y aquello fue el acabóse. Tras Manolo, Miguel Bienvenida hizo otro faenón con un novillo defectuoso, con un aroma de la casa que aun estamos paladeando. Al fondo, mientras anochecía, se encontraba encerrado en un corral un pavo, castaño, en puntas, reglamentario, bizco, que no estaba previsto echarlo al ruedo. Pero Ángel Teruel, se conoce que al entender cómo había toreado sus compañeros, picado, porque el de madrileño tiene casta y es de los que se pican, pidió que soltaran el toro para sorpresa de todos. Y lo que vimos entre dos luces sencillamente no se puede relatar.

Está Ángel Teruel ahora ingresado en una clínica, debido a un problema de corazón, y le acabo de llamar por teléfono para acompañarle un rato. El repaso que le hemos pegado al toreo actual, y sus circunstancias, ha sido suave, qué manera de largar, si me muerdo la lengua es que me enveneno en mi propio jugo. Lo cual, mi más conocida fuente de inspiración, los hermanos de la Sagra toledana, como tema favorito a despellejar. Anda, Ángel, dime una maldad para mi blog, sé bueno.

"Oye, guapa, a ver si nos vemos, que me he venido a vivir a Madrid, oye, ¿qué crees tú? porque yo creo que el Luisma ese tiene más pelo que todos los Lozano juntos".

Y no nos hemos podido reir a nuestras anchas para que al torero no se le saltaran los puntos... suspensivos, los puntos.