Acaban de pasar las cosas de castaño, a oscuro. A las 20.37 horas de hoy, hace exactamente diez minutos, una voz masculina, anónima, irreconocible, sin especial acento, parecía la de un joven, ha entrado en mi domicilio a través del teléfono convencional y me ha amenazado, con simpatía, pero me ha amenazado. Como afortunadamente en este momento no estoy sola, los dos dos amigos que me acompañan pueden testificar allí donde sea preciso, que tal como lo cuento, ha ocurrido.
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Ignoro el motivo de esta nueva agresión a la libertad de expresión, en este caso corporizada en mi persona, y no voy a dar cuenta a la autoridad, de momento, de unos hechos que me resultan verdaderamente graves, métodos que creía olvidados a la altura de los tiempos en los que vivimos. Pero que quede constancia que vivo sola y, aunque no me van a amedroncar, ahora que salgo de paseo por mi barrio, que es uno de los más conflictivos de Madrid, no deseo ir preocupada por si se acerca el valiente que me va "a partir esos morros tuyos de vaca".
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POSDATA: Dada la reacción de alguien ante los hechos relatados, y como me he encontrado en mi correo al volver a casa el mensaje de una amiga al respecto, me he visto obligada a corregir la última palabra del presente post.
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La v... con tres puntos suspensivos -una consonante y otras tres letras ocultas en el aire- no significan lo que mi camarada ha creído entender, o, lo más probable, lo que yo, inadecuadamente, haya expresado muy fatalmente, por cierto. Sí, coincido en eso de que el punto final anterior llevaba a engaño, así que reproduzco más o menos acertadas las palabras textuales cuando oí que me decían que me van "a partir esos morros tuyos de vaca loca".
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