Enhorabuena a Juan Carlos Torreño

De pronto hace un rato, se ponen en mi casa todos los teléfonos a echar humo, a la vez, bramando.
¿Qué pasa?
Pues pasaba que en DEC un novillero estaba denunciando un caso de acoso sexual por parte de un afamado apoderado, del que por lo oído a mis comunicantes no se había facilitado hasta ese momento identidad ninguna y el cotilleo apremiaba por conocer al chorvo. Yo no estaba viendo la tele, así que pedí que me volvieran a llamar en cuanto terminara la entrevista y me tragué sin pestañear la segunda parte, a la que llegué, tras el descanso para la publicidad.
No voy a entrar en valoraciones que para eso están los jueces, simplemente comunicar que el relato del humilde muchacho, el cómo narraba su peripecia y sobre todo el tramo en el que contó de su necesidad de pedir ayuda externa y ponerse en mano de sicólogos si quería ordenar su cabeza, a todas las personas que me han llamado les ha resultado perfectamente creíble.
Más aún, la gente específica del toro, entre ellas mi señora madre, que no es del toro pero que recuerda cómo yo hará unos años le di el nombre de un cerdo contándole lo mismo que hemos oído esta noche por la televisión, toda la gente del toro con la que he hablado, decía, han soltado sin titubear el nombre de la misma persona como culpable.
Luego todos teníamos noticias de los hechos y localizado a su repugnante autor, pues eran público y desde hace la tira se vienen comentando entre nosotros las siniestras andanzas del julandrón.
Mi reconocimiento eterno a los profesionales de prensa que informan de los asuntos del corazón, a estos compañeros les damos la Fiesta enterita, nos la limpian en cuatro día de la cantidad de carroña que la tiene carcomida y hecha serrín, y nos la devuelven como una patena.
Le ha llegado la hora a los taurinos
-obviamente no a todos- y van a ser los benditos paparazzis los que destapen sus corrupciones de todo tipo, lo sé, prepárese la afición y esté dispuesta para enterarse no pasando mucho tiempo de historias verdaderas de las que quitan el sueño.
¿Que Juan Carlos Torreño en vez de contarlo en un plató tenía que haber puesto la agresión sufrida en manos de la Justicia?
Puede ser, pero la terrorífica historia que nos ha relatado es suya, de su propiedad, le pertenece, y puede hacer con ella lo que le de la gana y contarla donde desee porque además el echar fusca por la boca libera mucho y alivia la ansiedad que no veas.
Que no es fácil tampoco hablar de semejantes desgarros, todos aquellos que en algún momento hayan sido acosados lo saben, por eso mi enhorabuena para Juan Carlos al que deseo mucha suerte en todo aquello que emprenda en esta puta vida.