El loberío (bravos)

Estoy metida en un proyecto profesional que me tendrá atareada alrededor dos meses y cuyo primer golpe de manivela se dio ayer, día del santo patrón, por exteriores tan castizos como son la calle de Embajadores y la explanada de la puerta grande de la Monumental de Madrid. Lo cual significa que pudiera ser que servidora de ustedes le perdiera el sitio a la feria aunque se intentará que no ocurra, blogueramente hablando lo del sitio, pues a mi favor se encuentran los disparatados horarios del nuevo curro que sí me permiten acudir a la plaza todos los días.
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Siento que el proyecto inicial de marcarme aquí una columna de corte social, diaria, con el fin de despellejar al personal que frecuenta el desolladero, o sea, a medio aforo, no pueda verse realizado con la periodicidad que se pretendía.
¿Se acuerdan de Jota el Sucio y de Unax Cañas? Qué lástima que no me pueda cebar con ellos. La vida les ha dado a estos dos impresentables que asuntos de trabajo me tengan distraída, aunque desde luego no les pierdo de vista y, por poder, puedo sacudir, y sacudiré en cuanto me libere de obligaciones.
A los vecinos de localidad de Jota el Sucio, desde la distancia del asiento que ocupo, se les ve dichosos y con cara de felicidad, no en vano mayo se ha metido en agua y los efluvios corporales de este cerdo son atenuados por la fresca temperatura ambiental. Me tope con él la otra tarde y una, que en lo primero que se fija es en los zapatos ajenos, reparé y le descubrí unos calcos despellejados, mugrientos, unos zapatos que no habían visto el betún desde la fábrica, un par de pezuñas con un aspecto de olor a tigre que echaban para atrás: compadecí a medio "7". Ah, Jota el Sucio va de gran aficionado, todo un pope, incluso se curra un toque intelectualoide y es un pelín amanerado, no mucho, pero amaneradito, uno de esos tipos que a pesar de ir de un íntegro que se la podría coger con un papel, le gusta más un vestido de luces que a una puta un taxi. También tuve la desgracia de cruzarme la otra tarde con Unax Cañas, un caso clínico en la clínica, Unax es una bola de carne que yo tengo atragantada desde el primer bocado que le metí, torpe como una mula, que hasta gastó la desfachatez de acercarse a saludarme muy amable y le pegué tal bufío por la osadía que temblaron los cimientos del graderío como si fueran de margarina. Unax, cuando me veas ya puedes huir, que como me cojas con un puyazo defectuoso y reciente aplicado por un gañán con castoreño, te cruzo la cara como la condesa de Estraza que soy, con grandeza de España el titulo nobiliario que poseo gracias a los méritos de mis antepasado cuando se cepillaron gente hace cuatro siglos a punta de pala.

¿Algo de toros?
Pues mi enhorabuena a los ganaderos salmantinos de El Pilar por la corrida que lidiaron ayer en Madrid. En tipo, floja, brava, tan brava que blandeó lo suyo pero se recuperó durante la lidia de sus mermadas fuerzas. Brava con ella sola, tan brava que se vino arriba en la muleta y murió con la boca cerrada, sin volver la cara, a más, caballos por los aire en varas, entrega en la muleta, para doblar mirando para las afueras
cuando ya no le quedaba prácticamente aliento.
Muy bien El Cid, excepto con la espada, uno de los matadores peores que yo he visto y es eso le va impedir ser máxima figura del toreo. Tan bien estuvo el sevillano en esos medios que si no le planta cara al quinto con esa suavidad zurda para empezar, templando que es gerundio, el toro se lo come con patatas con el riesgo añadido de haberle hecho un boquete considerable en su cuenta corriente.
Pedazo de corrida de toros la charra, omaíta, qué felices se tienen que encontrar hoy sus criadores.