Voy y mato, dos, con la sola bala del grupo retratado en este fotón.
Un pájaro: darle salida al reportaje que no hace tanto me ha mandado mi amiga Montserrat de Pablo, la maestra Montse, gracias, Mont, una de las grandes fotógrafas del panorama gráfico nacional, desolador en cuanto a lo taurino, realizado a los postres de aquella inenarrable comida de aquella feria como homenaje improvisado a Juan Silveti, que estaba pasando desapercibido injustamente en el Madrid del siglo XXI, donde sin embargo fue queridísimo porque se conoce que Madrid ha perdido la memoria.
Se apuntó a última hora Manuel Capetillo, "Capeto", madre mía, qué volcán el Mosquetero, regalándonos a los presentes, que no llegábamos a la docena, el día de toros más inolvidable que soñar se pueda y, desde entonces, siempre en nuestro recuerdo perdudará tan grandioso y atómico personaje.
Otro pájaro que voy y mato del mismo tiro único: hoy se presenta en la Feria de San Isidro -y llega con halo-el novillero Diego Silveti, hijo de David, hermano David de mi cuate Alejandro, hijos ambos de Juan Silveti y por lo tanto nietos del Tigre de Guanajuato.
Diego, bisnieto del legendario Juan sin Miedo, nieto de Juanito Silveti, hijo del Rey, pertenece a la dinastía más larga de toreros de toda la historia, junto con la de los Litri, al contar con cuatro generaciones sin interrupción en los ruedos y habiendo dejado todos sus miembros, hasta hoy, profunda huella en las arenas españolas.
Suerte, Diego Silveti, nada me haría tan feliz hoy último lunes de mayo, día de San Fernando III el Santo, patrón de Aranjuez y del Frente de Juventudes, que verte interpretar el toreo que llevas dentro en la plaza que vio a tus antepasados competir con los más grandes de toda época.