Nuevo escándalo en Zaragoza

Los hechos son los siguientes: el pasado 6 de septiembre en la presentación de los carteles de la próxima feria de Zaragoza, la empresa, es decir Ignacio Zorita y Polo, al parecer, un suponer, pues en Zaragoza no se sabe quien es el empresario de la plaza y ahora me ata usted esa mosca por el rabo, la empresa, decía, hizo público que Enrique Ponce, que se dio como seguro para los carteles, no había sido contratado pues los representantes del torero habían comunicado que daría por finalizada la temporada antes del Pilar debido a un problema en un dedo del pie. Pero cual nuestra sorpresa cuando, aun sin ser oficiales las combinaciones para la feria de Jaén, aparece prácticamente como seguro el nombre de Enrique Ponce para la corrida estrella del ciclo de San Lucas.
La cosa es grave y la falta de respeto a la afición aragonesa, que anda medio amordazada pues parece mentira que ante el siniestro destino que le espera a su bella Misericordia y conociendo perfectamente la identidad de determinados responsables no se haya levantado en armas, de unas proporciones monumentales.
No soy amiga de las comparaciones, y de las deportivas abomino, pero imaginemos que en vez de encontrarnos hablando del fastuoso escenario del coso de Pignatelli lo estuviéramos haciendo del Teatro Real de Madrid, que no es marco de superior categoría, y que los responsable de su programación hubieran hecho público que cualquier divo no comparecería en la capital de estos putos reinos por problemas de afonía crónica y en el corto espacio de tres días viéramos anunciado al mismo divo en otro cualquiera de los teatros del circuito operístico de altura.
Claro, los responsables del Real no son Polo, que es gente preparada para dirigir semejante espacio y Polo es un simple advenedizo telepredicador que ha metido la cabeza por todo lo alto en el chanchullo del toreo. Luego si Polo es un advenedizo con enfermiza vocación por figurar en el toreo, un inútil para responsabilizarse de la última gran feria del calendario español, lo primero y principal es echar a Polo del puesto si no queremos llegar a ver la bombonera maña cerrada, y ha llegado la hora de que los políticos de la comunidad autónoma metan mano, de urgencia, pues peligra el futuro de uno de los inmuebles más significativo de la ciudad.
Aquí alguien miente. O miente Enrique Ponce, que se habría quitado de en medio lo más seguro que por no ver color y ha puesto una burda excusa para no pasar por Zaragoza, o mienten los representantes de la empresa, Zorita y Polo, utilizando tan campantes para ello la profesionalidad de una figura indiscutible del toreo como es el matador de toros valenciano, gustos aparte, jugando con fuego tan desahogados.
Se impone una aclaración del asunto sin miramientos de ninguna clase, el abonado misericordioso debe exigirlas, en cuyo caso las partes implicadas deben manifestarse, que cargue con el mochuelo el que sea y que la afición entera conozca qué es lo que ha pasado antes de permitir que estos capos de pan y tomate le choren la cartera al público soberano que pasa por taquillas.