Un respirito

Me cogió el otro día la tormenta de lleno por tierras de Toledo y no me partió un rayo de milagro.
Será debido a ello, y se conoce que iluminada una por la pirotécnica celestial, que he llegado a la conclusión de que lo que me conviene en estos momento es aplazar la serie prometida, que tiene al simple de Javier Salamanca como protagonista. Soy una mujer práctica, poco amiga de desperdiciar munición, y como gracias a los comentarios de algunos lectores y a mis respuestas en entradas anteriores relacionadas con la presente ha quedado claro que la que firma lleva jugada de altura –aplastante, lo aseguro- y que si descubriera una de pronto las cartas de un golpe a alguien le daba un jamacuco, me reservo el espadazo por ahora.
Un respirito al animal, que tome aire no sea que se nos congestione.
Y no es que arroje servidora la toalla ni mucho menos, qué más quisiera el corrupto personal, ni se debe tampoco a la galbana que trae consigo las calendas de agosto, que también, pues el cabecilla calva del 7 cada día me inspira menos, sino que entiendo que durante este mes de vacaciones baja la audiencia una cosa mala y mi deseo, lógicamente, es que lo que pretendo contar del submundo de la afición madrileña relacionada con el Manifiesto, el II Encuentro y otras hierbas aromáticas, de sus intereses y de sus métodos para conseguirlos, lleguen al máximo número posible de aficionados. Esto unido a que en cuanto llegue octubre y la audiencia esté de lleno incorporada, nos encontraremos metido de patas en el ciclo de conferencias de la Asociación el Toro de Madrid, más la lista negra de ganaderías que espero este año como agua de mayo.
Calentito otoño el que se nos avecina. Será entonces cuando estos pobres diablos de la junta directiva de la ex intocable entidad gocen de actualidad bloguera en los espacios del lobby, en exclusiva, pues el resto de medios pasa olímpicamente de publicar los chorras delirios de estos pobres pitopáusicos. Tiempo ideal, entonces, para plantarle definitivamente cara al tesoreo electo de la fenecida Asociación y a sus no menos decrépitos directivos si fuera menester.

Respecto a los dos boches femeninos del grupo salvaje al que me refiero, que soñaron destacar ellas en el graderío venteño, desnortadas pues se arrimaron trepas adonde no debían, he decidido perdonarles la vida pues no me gusta hacer leña del árbol caído y bastante canguis habrán pasado ya la criaturitas. No obstante, se trata de Leticia Ortiz de la Titulitis, a la izquierda de la fotográfia y futura estrella del periodismo de toros internacional, que hay que estar majara, pero majara por completo... y a la derecha ese cacho de carne con dientes que se llama Alicia Valdeavero y que se anuncia ALMA, licenciada al parecer en Bellas Artes aunque desconoce por completo los más elementales rudimentos para componer una oración simple por escrito, que bien pudiera llegar a ser no tardando mucho directora del Museo del Prado.