domingo, 20 de septiembre de 2015

Periodística fotografía



Al fondo, como un telón humano, lleno total en el graderío. 
Un punto blanco de cal en el centro de la foto y del ruedo, sin se que sepa su utilidad o para qué sirve y fiel reflejo de esa moda de pintar mamarrachadas en la arena cuando a servidora de ustedes le molestan hasta la rayas de picar, dicho sea de paso, que hace el invento desviarse a los caballos que abren filas, se entiende que para no pisarlo, perdiéndose la magnifica composición del paseíllo bueno, que hasta no hace mucho se valoraba también el paseíllo y había coletas puestos en un pedestal por cómo paseaban, ya que no todo es el búfalo y sus bufaladas, talibanes míos, que estáis más perdidos que un pulpo en un garaje y con una empanada mental de tanto encaste minoritario que nos os tenéis y estáis tragando con aberraciones como panes sin que se inmuten vuestras personas.
Más: un grupo, de paisano, a la derecha de la imagen, en el ruedo, de unos mochileros que diera la sensación de que van de fotógrafos en recogida, a las tablas, después seguramente de haber realizado las peores fotos de la historia del toreo, que ya hay que ser malo para hacer tan malas fotos de toros como las de hoy, sin que tampoco se comprenda bien qué pintan los gráficos en el platillo a la hora del tararí y de romper las cuadrillas rumbo a capotes, señores presidentes de las corridas, pongan coto al atropello, que con la tecnología actual y con esas lentes y esos objetivos te pones en el palo de la bandera y, si quieres, le sacas el lazo de la zapatilla a Morante de la Puebla, que esta tarde viene de durse.
Más aun: otro capullo pintón del muy noble oficio del retrato taurino, con un pantalón rosa pitillo que desde lejos le da un efecto como si fuera en cueros, ya en este caso el osado profesional de la cámara casi pisando los medios, todo territorio más allá del tercio, mientras le apunta a la cara a un banderillero de torerísimos andares que marcha en plena concentración. 
Por si fuera poco el cachondeo, una oronda joven a la izquierda atraviesa la escena corriendo, echando el bofe la gorda, legua fuera, mallas bermudas de licra a punto reventar, bola de carne salida como de otro mundo -¿qué hace esa tía ahí?- consiguiendo ella solita convertir un conjunto tan clásico y formal en algo verdaderamente cómico, cuando apreciamos flipados que pierde literalmente el culo a zancada limpia ante sabe Dios que menester de urgencia. 
Mientras, dos fulanos, uno barrigón con el insoportable pantalón corto veraniego, plaga inmunda que me repugna en todo caballero y que debería estar prohibido por decreto, y un segundo a punto de pegarle un cachete a un hombre vestido de luces cuando se adivina que se encuentra en trance de echar el paso al frente, cruzándose ambos dos fulanos a su antojo entre los toreros y haciendo cachos la sagrada organización con la que se debería abrir, y siempre se ha abierto hasta nuestros días, un acontecimiento que va a decidirse a muerte.
Lo de José María Manzanares con un niño de la mano, sea Manzanares o el moro Muza, y admiro a Manzanares por ser el mejor matador de toros que he visto y me duele porque no se le reconoce su supremacía con la espada justamente porque es Manzanares, ya canta a fin de los tiempos. 
Fuera recogimiento, a patear el rito, puerta a la soledad del hombre ante el destino, a frivolizar el atragantón se ha dicho, vamos a restarle importancia a todo desde que se abre el portón, profanadores, demagogos, horteras de bolera, simples, que les están ustedes dando desde su simpleza roma toda las armar al enemigo.

Y lo peor de todo reside en la duda de que si lo ha hecho Manzanares, que marca tendencias, vamos a temernos que durante la temporada que viene cuaje y veamos repetido el disparate, pero eso ya merece capítulo aparte.

Será el capítulo cuando una encuentre la foto del paseíllo de José Tomás, el torero de época al que la historia pondrá en un altar en un espacio muy breve de tiempo y al que determinados abonados del tendido 7 de la Monumental intentaron boicotearle la reaparición de 2008 en Madrid y.., jijí, se recuerda, y se confiesa que yo sigo el lema del maestro Luismi Parrado: "paciencia y memoria", foto por comparación a la publicada aquí del paseíllo de la tarde de los seis toros en Nimes del genio de Galapagar.
Napalm, napalm.

Siento no saber el nombre del autor de la presente fotografía, gran foto
 que queda archivada
 entre los más válidos documentos, aunque me gustaría saberlo para felicitarle sinceramente.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuantas verdades.
Tenía que haber visto usted a un monosabio,rabeando a un Miura metido en el caballo a punto de tumbarlo y algunos del público aplaudiendo.Que fuerte.

Anónimo dijo...

Postea Vd. muy bien, pero como este artículo tiene pocos.

A seguir con el blog, que es un placer leerla.

Saludos,


BURGAL

el Chulo dijo...

Ay, condesa de mi corazon, otra vez, que maravilla de texto.
Soy de los que piensan que si la corrida pierde su ritual, su dignidad, su trascendencia, esta tambien perdiendo su substancia y su necesario misterio.
Tremenda imagen, que pone la corrida al nivel de espectaculo comico taurino.
No se anda a los toros como se va a una juelga, eso no puede ser. Porque la sola justificacion de la corrida es precisamente su trascendencia, y la vida que el torero juega contra la del toro.
Quien aqui es culpable. Claro la organizacion, pero tambien la presidencia que nunca hubiera podido permitir eso.
Totalmente de acuerdo contigo a proposito de Manzanares que mata como un dios antiguo.
Besos guapa.

Anónimo dijo...

Querida Condesa, toda la razón su aguda observación, vaya un galimatías. ¿Quienes son los otros dos?
¿De que plaza se trata?
M.L.

La condesa de Estraza dijo...

Señores, aquello que fuera una ceremonia sagrada que el pueblo español único en el mundo supo y Pudo a base de sangre conservar, por culpa de la docena de impresentables que la gobiernan se ha convertido en un espectáculo barato que roza el absurdo.
Decía Coco Chanel, primica del Chulo de Dax, que la elegancia consiste en saber cuidar los pequeños detalles, y el triunfo, y el éxito, son los pequeños detalles los que no se pueden descuidar y los que nos salvan de los aprietos, pero la desidia entre los profesionales del toro es tal que no me gustaría estar en el pellejo de alguno -incluyo a aficionados- cuando el tiempo pase y sean revisadas, pidiendo cuentas nuestros descendientes, las conductas de muchos personajes de absolutamente todos los sectores.
Si puedo luego, les contesto a cada uno de ustedes, muchas gracias por la visita y sus comentarios.

La condesa de Estraza

La condesa de Estraza dijo...

De regreso de un viaje corto, meto baza ante los reproches del algún amigo, hechos con esmerado cariño.
Ni mexicanos, soy la partidaria número uno del Compadre y una devota de la escuela mexicana de torear por si hubiera alguna duda, ni Venezuela, ni Colombia, soy rinconista y rinconera, ni Ecuador, ni el Perú, ni Francia, oh, la France, y perdón si acaso me olvido de alguien, son dueños nominales del Toreo que, por cierto, no es propiedad de nadie.
Pero sólo el pueblo español con el tributo de la vida de sus hombres puesta en juego a través de los siglos desde que se tienen noticias, único pueblo en el orbe con esa capacidad y ese arranque, primacía ganada a sangre, ha sabido y ha tenido los arrestos para conservar el viejo rito, ordenarlo y engrandecerlo hasta convertirlo en lo que fue hasta hace muy poco tiempo: en la Fiesta más intensa y refinada, culta, del mundo entero.
Todo lo demás es exportado, no nos equivoquemos... ¡Viva Michel Polnareff!

La condesa de Estraza

La condesa de Estraza dijo...

Al primer interviniente, anónimo, si vuelve por aquí y deja su opinión haga el favor de firmar con un nick, con cualquier bobada, porque no vea usted lo que facilita la charla.
Por lo demás, haga usted el favor de no hablarme de coleos, que me incendio, toda la razón es suya, todos hemos visto lo que nos cuenta y, aquello que debería realizarse en casos extremos, es hoy una práctica indignante puesta de moda a la menor incidencia, y los tendidos, de campo. ¿Para qué están los toreros?
Toros zambombos fuera de tipo y toreros más malos que la quina, cierto, pero siendo eso peligroso y un camino que nos lleva a la ruina final, no lo es menos la cantidad de atrevimientos, de atropellos, y patadas a la lidia que se comenten, ya por costumbre, en el ruedo sin que demos muestras de habernos coscado, bramando puestos en pie, y luego mucho que si tal toro es tataranieto de otro tal toro y la recua ganadera en verso.
Yo llevo, como usted, esa brega con los coleos. Ni le cuento con las toallas colgadas en las tablas de capotes, sobre todo en la plaza de Madrid muchas tardes durante la lidia por mozos de espadas de matadores de relunmbrón, qué crimen, ¿y esos que saltan vestidos de paisano a la carrera para auxiliar a un torero a la menor voltereta? ¿Y esos personajillos que salen al tercio para recibir un brindis? Sagrilegio.
Gracias por su visita, señor X.

La condesa de Estraza