Novillo de Antonio San Román
Toro de Juan Pedro Domecq
Toro de Victorino Martín
Comenzó la feria en el sambródomo atronador de la plaza de Valdemorillo con una
novillada con más cuajo que las corridas de toros de los días siguientes, un bravo encierro de Juan Pedro Domecq y otro de Victorino Martín, para dos indocumentados, y salvo
de la quema por los pelos a Brando Campos hasta una próxima ocasión, con
la particularidad de que el taurineo ya tiene escogido a uno de los
indocumentados para lanzarlo al estrellato.
Un tal Tomás Campos es
el afortunado que no se ha visto ni se verá el muchacho en otra más gorda, al que apodera Rivera Ordóñez y el dato es importantísimo, pues el
taurineo necesita repuestos para un escalafón superior repleto de mediocres, y que siga la bola, y toreros de las características de
Tomás Campos dan totalmente la talla anodina para rellenar carteles con las orejas gachas por esas ferias de Dios.
Tres pegapases de alternativa al día siguiente en estado puro, tres, tres matadores de
toros y me da no sé que incluir a Juan del Álamo porque
es hijo de mi compadre Cesáreo el Flecos, que
en otro tiempo no estaría ninguno de ellos ni de tercero en cualquier
cuadrilla de postineros peones de los sesenta. A Antonio Nazaré, a Sergio Flores y a Del Álamo
-de El Villar de los- se les fue una corrida de Juan Pedro Domecq
que la cogen otros tres en su misma situación profesional, con hambre, y
meten la pelota en San Isidro con tratamiento de vuecencia cuando
llegue mayo.
Victorino Martín, al que se le han puesto unas hechuras de
anciano ricachón a lo Macondo, a su rollo por completo.
Él, conocedor del territorio donde vio la primera luz hasta recalar en los riberos del Tajo extremeño por tierras de Álcantara y tras huir de Salamanca rumbo a Coria
más sabio que nadie, va y echa en el gache serrano una corrida de seis
bichos cada uno de su padre y de su madre, se conoce que en plan
experimento propio del químico que siempre llevó dentro el zorro bleau de Galapagar. Corrida muy válida
para el ganadero vista en festejo mayor, con público, seis renacuajos
presentados acorde con la categoría de la plaza pero de hechuras dispares,
que mantuvieron la atención del personal presente sin apartar la vista
del ruedo hasta que rodó el sexto.
Con la minivictorinada todo un torero, Sergio Aguilar,
un clásico aunque como se decía antiguamente un torero frío de cuello, muy de Madrid los de este corte, de Luis Alfonso Garcés a Uceda
Leal pasando por los chiquitos de la Audiencia, que, salga o no salga el
toreo, sabe torear el vallecano y valor venteño nos tiene de sobra
demostrado.
Mientras la tropa que campa por esas plazas de feria
en feria haciendo el indio desconoce la lección primera del combate, Sergio la domina y la practica como regla, y la lección primera
es la colocación. El toreo, exactamente igual que todo slow es
colocación, colocación y colocación, para que pueda darse la
circunstancia de que todo mortal que presencie ambos arrimones diga para
sí torciendo el morro, "ahí hay tomate".
De Fernando Cruz no voy a hablar, no es el
momento, me duelen sus cornadas como las propias y con eso basta, aunque
habrá tiempo durante la temporada para hincarle el diente al tema y
canalizar tan desbordadas pasiones.
Y en esto que llegó el espejismo de
Alberto Lamelas, grata sorpresa frente a un carretón cárdeno, al que deberíamos verlo cuanto antes en Las Ventas para calibrar si está dispuesto, y sabe, a
soltar el volante de por vida y que trabaje Ruton, todo un clásico por
otra parte los toreros procedentes del noble y respetado gremio del taxi
en los recuerdos de la afición de Madrid.
Conclusión: tres
nombres que personalmente no me ilusionan nada y que tendremos hasta en la sopa hasta que les dure la cuerda: Tomás Campos, Antonio Nazaré y Alberto
Lamelas.
Ah, y dejar constancia de que de todos los animales
lidiados, dieciocho en total, ninguno salió en puntas a mí manera de
ver, es decir, intactos, es decir, sin manipulación humana, como la vaca
los parió, y el que no esté de acuerdo que se manifieste aquí a su
antojo si así lo desea.
Fotos: Largacambiada y Muriel
8 comentarios:
Ni una sola mención a Fernando Cruz ¿motivo?
Creo que usted se equivoca, Anónimo, ¿ni una sola mención a Fernando Cruz?, si aparece en el texto mencionado.
Otra cosa es que servidora no califique su actuación y quedan claros los motivos, dando mis razones.
La condesa de Estraza
Estoy de acuerdo con Vd.¡ ninguno en puntas ya es delito eh ¡
Desbordadas pasiones.Bien dicho Condesa, a que tanto revuelo con este chico, aparte de sus cornadas que todos sentimos.Lastima Quizá?
Paco
A eso me refería, ya leí lo que Vd. ha escrito, pero me refería a mencionar algo sobre su actuación, para mi buena y lo de la lastima, para quien se la quiera dar, yo hablaría más de merito y pundonor.
Seguiremos atentos.
Señores, tengan en cuenta que tengo entradas a falta de rematar desde la titulada "Nueva plataforma", no desesperen, voy a ir apuntillando lo pendiente hasta ponerme al día.
Muchas gracias por la participación de ustedes,
uf, los pitones del ganado visto en Valdemorillo, ¿dónde está el separatista torismo siglo XXI?
La condesa de Estraza
Les ruego que en las entradas calientes como parece ser la presente, firmen ustedes con un cacho de nick, mayormente para identificarnos y facilitarle a servidora la atención a los lectores que han escogido este espacio para opinar.
Me refiero a usted, Anónimo que se quejaba de de la no mención a Fernando Cruz, que vuelve por aquí mientras yo le contestaba a otros amigos, sin otra cosa que añadir por mi parte a su intervención, de momento.
La condesa de Estraza
¿Fuiste a Valdemorillo y no nos vimos? Ay, Condesa, qué falta de organización la nuestra...
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