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Nace La Txerrijana, autor Miguel Machimbarrena, en la foto, y como cómplices y colaboradores Fernando Polo Agote, taurino de Zaragoza, y Rafael Martínez Montesa, político local, también aragonés, y más conocido por Corrochanito en la red.
"LA TXERRIJANA
Txerrijana es una palabra euskaldún compuesta que proviene de dos vocablos: Txerri que significa cerdo y Jana que viene a traducirse por comida. Evidentemente, quien no sea absolutamente analfabeto y/u oligofrénico, a estas alturas, habrá llegado a comprender sin excesivo esfuerzo que dicha palabra en euskera tiene un fácil equivalente en castellano que no es otro que “la comida del cerdo” o “la comida para el cerdo”. Ahora, y me parece hasta cierto punto positivo, los ecologistas nos están machacando con la recogida selectiva de todos aquellos desechos que se producen en los hogares y tratan de que nos acostumbremos a discriminarlos en diversos contenedores para su posterior aprovecha-miento o reciclaje. Hasta principios de la década de los sesenta en la mayoría de las casas ubicadas en centros urbanos, grandes o pequeños, del País Vasco ésto, de alguna forma, ya se hacía. Por un lado existía el cubo de basura donde se almacenaban los desperdicios que, en general, se producían a lo largo de la jornada en cualquier domicilio y por otro se habilitaba otro recipiente, por extensión denominado la txerrijana, al que iban a parar los restos, llamémosles orgánicos, tales como mondas de frutas, peladuras de verduras y hortalizas, pedazos de pan no consumidos en el día, y sobras de comida, desde unos garbanzos que habían quedado del menú de jornadas anteriores y que ya nadie iba a querer, hasta un guisote de carne que no le había salido muy en su punto a la guisandera bien por falta de pericia o porque la materia prima no estaba muy tierna. Ello era debido a una razón muy simple; todavía no se había promulgado el decreto por el que la leche de vaca debía venderse y adquirirse debidamente tratada y embotellada o envasada y una inmensa parte de los ciudadanos la compraba a los caseros, es decir a quienes tenían en sus caseríos más o menos cercanos a los cascos urbanos una pequeña explotación con vacas, otros animales destinados al consumo humano y una parcela donde cultivaban productos de la tierra.
Estos caseros, y caseras, que solían venir a la ciudad en carros tirados, generalmente, por un caballo tenían su clientela fija y llegaban a las casas provistos de inmensas marmitas metálicas, abasteciendo puerta a puerta a sus parroquianos de leche fresca recién ordeñada y otros productos como huevos y verduras de temporada procedentes de sus caseríos. Y se encargaban de vaciar a diario ese peculiar recipiente llamado la txerrijana porque, quien más, quien menos, tenía además de sus vacas, sus gallinas y sus pollos, unos cuantos gorrinos estabulados en pocilgas con lo que solucionaban en gran parte la alimentación de estos últimos animales. Se producía, por tanto, una especie de sabia simbiosis entre la casa de ciudad de la que te retiraban todos aquellos desperdicios que podían producir mal olor y se aprovechaban de ello en el medio rural donde se ahorraban unas pesetas al mes en la comida de los guarros. Luego, normalmente, tras la matanza tu proveedor solía tener un detalle haciéndote llegar algunos choricillos, un buen pedazo de tocino salado, o unas morcillas, con lo que todo el mundo quedaba contento y aquí paz y después gloria. Yo, siempre me acordaré de Itziar, nuestra casera, que bajaba de su caserío cercano a Astigarraga, de la nata abundante y gorda que hacía la leche de sus vacas, y que extendida en una rebanada de pan y espolvoreada con azúcar era la más suculenta merienda/golosina que nadie pueda imaginar, de sus cestas de maravillosas y enormes castañas, y nunca me podré olvidar del enorme disgusto que me llevé cuando palmó el pobre Gorri (Rojo en castellano, supongo que por el color de su pelaje), el viejo penco que tiraba del carro, en el que montado a sus lomos, cuando algún domingo les hacíamos una visita, con seis o siete años me creía el mismísimo Jhon Wayne.
Toda esta introducción, pienso que necesaria, es para anunciaros la inminente aparición de un nuevo blog que va llevar, precisamente, ese título: la txerrijana. Hacía tiempo que lo tenía in mente, porque ya estaba harto de tener que escribir aquí sobre historias y asuntos que en nada tenían que ver ni con el espíritu ni con el objetivo con que se creó esta bitácora. Lo que se tercie nació hace dos años para poder compartir mis opiniones, principalmente sobre el mundo de los toros y sin excluir otra serie de temas que coyunturalmente puedan llamarme la atención -de ahí su título-, con todos aquellos que se acercasen a la página de buena y fe y con ganas de dialogar de frente y por derecho. De un tiempo a esta parte, por unas razones o por otras, los temas a tratar van saliéndose con bastante frecuencia del ámbito para el que fue pensado, algo que no estoy dispuesto a consentir que siga sucediendo. Pero, por otro lado, tampoco voy a tolerar que ciertos individuos lancen gratuitamente toda clase de insultos y ataques contra mí y mis amigos sin darles la respuesta que considere adecuada. Por eso pienso que ha llegado el momento de separar el trigo de la paja, por lo que este espacio va a quedar a partir de hoy única y exclusivamente para lo que en su día fue creado. Lo que tenga que decir, responder o tratar sobre determinados asuntos que algunos mierdecillas (en cuanto me olvido y publico dos o tres entradas de toros, sin hacer ninguna referencia de ellos, ya vuelven a la carga dando la barrila), sus acólitos y otros especimenesdirectamente en la txerrijana. Cuando esté a punto, confío que en brevísimo tiempo, lo anunciaré como corresponde y daré su enlace por si alguien tiene curiosidad y estómago para entrar, aunque aviso que atendiendo a su traducción literal y a su contenido (hasta ahora aquí me he cortado bastante por respeto a la buena gente que me visita) el que lo haga puede ir preparándose para emociones fuertes.
______________________________________________________NOTA IMPORTANTE: por si tras leer el presente post diez o doce veces aún no se han enterado Carmen Esteban yCarlos Carbonell, algo que puede suceder, así como otros personajes reales o imaginarios de parecido pelaje y condición, y sus múltiples, variados y pintorescos nicks, satélites y adláteres en general, quiero dejar claro que no serán, a partir del día de la fecha, jamás citados o aludidos, ni directa ni indirectamente, en este blog y que si es menester recibirán el adecuado tratamiento en el lugar que les corresponde: la txerrijana".
Dos apuntes: primero, en el momento de decidirse la fundación de La Txerrijana, yo acababa de debutar como bloguera y teniendo en cuenta lo torpe que soy con un medio tan técnico, prácticamente no me enteraba de nada de lo que me estaba pasando. Segundo, de todos los personajes que irán saliendo, servidora no conoce a ninguno ni ninguno me conoce a mí, excepto a uno de ellos, al que conozco muy bien.
La Txerrijana, hasta que salió, fue anunciada a cuenta gotas durante tres días seguidos con una crueldad propia de hienas, aquí, aquí, y aquí, y se consumó aquí.