Sobre las declaraciones de Tomás Prieto de la Cal (yIII)

Que la que firma está a favor de las declaraciones de Tomás Prieto de la Cal lo sabe a estas alturas hasta Carracuca, ya está dicho más atrás muy claramente, Ali bomayé.

Lástima que algún Domecq blasonado no saliera cacareando en ningún medio de comunicación en su momento dando su conocedora opinión y que aquí se hubiera formado un pollo de la leche y se hubiese conseguido llegar a la prensa de tirada nacional para legítima y provechosa propaganda del sector. En titulares atómicos: el que fuera conde del Asalto consorte, don Juan Pedro Domecq Solís, reta al marqués de Seoane, don Tomás Prieto de la Cal, a que demuestre, tras unas declaraciones dadas a Pablo G.Mancha relacionadas con la pureza de la sangre (animal) que le pertenece, que nunca jamás de los jamases recurrió al tronco y, si acudió, en qué condiciones acudió. Los paparazzis apostados en "Richelieu", la máquina de picar carne de los periódicos soltando metralla en las portadas y que las coronas rodasen calle Eduardo Dato abajo.

Como activista del ya manoseado debate, que partió de aquí, creo que ha quedado claro que la que firma es partidaria de los cruces. Imprescindibles cruces, el toro de casta es un cruce absoluto, eterno, sin principio ni fin, como el de todo bicho viviente, y que cualquier ganadero decida para su vacada a qué encaste debe dirigirse para refrescar sin que servidora de ustedes se sienta con ningún derecho a conocer los secretos del criador. Alzando yo la mano y la voz, eso sí y solamente, contra esa perniciosa moda de la heráldica en el ganado que viene a añadir una confusión más a un mundo donde no nos aclaramos ni trazas hay de que se pueda conseguir desenredar la maraña.

Resumiendo: no es que una sea partidaria de los cruces, es que los considera de obligado cumplimiento y todo lo demás es una trola para engatusar a novatos, entendiendo la que firma que los cruces y otros experimentos pertenecen al secreto del criador, repito, sin verme con derecho ninguno a conocerlos ni a debatirlos en ningún lado porque a mí lo que me importa es el toro en el ruedo y pare usted de contar. Sea de quien sea el toro, la que firma no tiene intereses en esto ni es persona de migajas bajo un eucalipto, soy una espectadora independiente y no entro ni salgo en jueguecitos maniqueos de buenos y malos.

Dicho lo cual, si Tomás Prieto de la Cal ha cruzado o no ha cruzado, eso le pertenece únicamente a Tomás Prieto de la Cal y a los herederos de sus libros, haciendo saber la autora de este blog que lo que única y personalmente le revienta es que se engañe con un argumento tan desmontable y, se supone, con la avispada intención de hacerse el que más y el que menos un mercado elitista vendiendo la moto de lo que a todas luces, de ser cierto que la vacada de La Ruiza es puro Veragua, sería un histórico disparate que no cabe en cabeza alguna.

En cuanto al autor de las declaraciones, Tomás Prieto de la Cal, en las que descalifica como muy envalentonado con manida entelequia a todo criador que tenga cabezas del sobado encaste bodeguero, teniendo parte de razón Prieto de la Cal, o toda pero generalizando peligrosamente, creo que el autor no tiene percha actualmente para salir por esos derroteros, percha ganadera, que de la otra, le sobra.

La ganadería de Prieto de la Cal es actualmente una ganadería 'imaginaria', por lo menos en la plaza de Madrid, donde no vemos un toro procedente de La Ruiza desde que reinaba Carolo y el noventa por ciento de la afición del resto del territorio español, salvo en su feudo zaragozano donde es un ídolo, no ha visto un toro de la divisa desde que tiene memoria y, muchos piantes además que hablan de oídas como papagayos, no han visto siquiera uno de sus toros en toda la vida.

Pero eso tampoco importa, lo que importa es el lance que se ha marcado Tomás, que a mí me recuerda salvando las distancias al del sesentero Victorino Martín cuando se tiró el ya célebre rentoi venteño porque nadie contaba con él tras la compra de la silvestre vacada de Escudero Calvo y para adquirir fama, dinero y categoría, ofreció el zorro bleu de Las Tiesas la ya legendaria corrida para San Isidro de 1969 para que hiciera con ella lo que se le antojara a la empresa de Madrid, por entonces José María Jardón.

Venga, ganadero, eche la pata alante y dígale usted a Chopera que ahí tiene seis jaboneros puros veraguas para Madrid, no pida caudales, Dios proveerá, y si Chopera no le hace caso entonces coja usted un micrófono y vuelva a calentar el ambiente como en la presente ocasión ha hecho.
Y es que en Madrid en este momento, tras su descalificación a una serie de señores que ahí estamos de acuerdo pero sin generalizar pues en genética aunque no queramos salta la liebre, sería un acierto ver correr sus toros esta temporada para regocijo de la afición venteña, entre la cual me encuentro.

Señor Chopera, sabrá usted como todos sabemos que en el campo corren malos tiempo para la lírica y la alfalfa anda por las nubes, así que no debería esperar a que Tomás Prieto de la Cal se le adelantara con tan aplastante ofrecimiento y sería obligado reseñar ya, pero ya, una corrida suya para la fecha que usted considera oportuna soltarla en Madrid. Que esto hay que moverlo o se para definitivamente y los nietos a pasar gusa, don José Antonio, toros de Prieto de la Cal se solicitan, pónganse de acuerdo las dos partes como buenamente puedan y vamos a convencer con hechos.

Por si no nos cayera esa breva de aquí a octubre y las negociaciones no llegaran a término por los motivos que fueran, se exige una explicación a la clientela de la que dependen:
luz y taquígrafos.