
Manuel Rodríguez, por aquí abajo se te recuerda y hasta un aficionado catalán, de Barcelona, duro como una piedra el tío y reacio a tus maneras desde siempre, últimamente reconoce tu indiscutible personalidad y el tirón que tuviste en vida y pareciera como estar enganchado a tu heroico paso por los ruedos y todo lo relacionado contigo más allá de la falsa leyenda que te colocó aquella gente desalmada tras Islero. La blogosfera te ha dedicado hoy páginas y paginas para conmemorar el 63 aniversario de tu muerte, todos nosotros sin haberte conocido, y no veas la cosas buenas y bonitas que se dicen de ti. Mientras, en Córdoba se te ha tributado el homenaje de todos los años por parte de la gente sencilla que te admira y te lleva en el corazón, Califa, aunque según cuentan tus paisanos resultó vergonzosa la ausencia de las autoridades municipales de relumbrón y de los obligados representantes del toro de tu ciudad que tanto te deben. Córdoba, que tan mal se portó contigo en vida y este olvido a tu figura, allí precisamente, me pone muy triste pues ignoran que fuiste una de las personalidades de más categoría y altura de toda la historia cordobesa.
Luego en Bilbao, feria en marcha que concluye hoy, se adelantaron y lo conmemoraron ayer por todo el morro con un minuto de silencio que te guardaron tras el paseíllo, que no era el día de tu gloriosa partida, que el día es hoy, 29 de agosto fatídico, con el consentimiento del señor presidente del festejo pendiente al inicio del festejo únicamente de meter una llave en el gorro de una rubia, y recogido hoy el acontecimiento por la borrega prensa de estos tiempos sin rechistar. Se ignora si la barbarie fue perpetrada para hacer coincidir el día de tu caída con la celebración de un tal Ponce -¡cerdos!- que dicen que cumplía su cincuenta corrida en aquellas negras arenas del norte vasco y predisponer el ambiente utilizando tu inmortal ejemplo terminal de torero grande.
Así andamos de ventajistas y horchateros por estos territorios terrenales, Manuel, todo es vulgaridad, que ya se lo escucharías a tu gran amigo Gerardo Diego en verso cabal y delicioso cuando te cantaba:
"Hay que nacer,
dos solos naipes en juego,
prez cordobesa o sevillano ángel,
y lo demás no pasa de manchego".