Flor de Jara, primera de Madrid

Para inaugurar la temporada venteña, se ha lidiado esta tarde en la plaza de toros de Madrid una novillada de Flor de Jara, antes Bucaré, antes Santacoloma, hoy Carlos Aragón Cancela, muy bien presentada, preciosa de hechuras y de capa, bien criada, lustrosa, con hociquito, floja pero de boca cerrada hasta el final, pidiendo medios, de consagración, sospechosos algunos ejemplares de haber sido pasados por la piedra, con un gran novillo, el tercero, que desde que pisó el ruedo hizo lo que debe de hacer un bravo de salida: volverse.
Protestada la novillada por el Bastonito y por Pepecarlos, más sus respectivas parejas a las palmas, la muy buena novillada pedía toreros y se encontró con tres auténticos pegapases en estado puro, descolocados, toreiros de los de hoy día, en la pala, fuera de cacho, quejicas, sin conocer distancia ni terrenos... el destoreo.
Faenas la seis anodinas, destajistas, ausentes de la mínima técnica aplicada al material recibido con conocimiento, descolocadas, interminables, pesadas a tope, diestros criados los tres a biberón y enseñados en el oficio por imbéciles maestros que no fueron nadie en su momento y ahora dan sin embargo lecciones en pánicas escuelas subvencionadas. Lo de moler al enemigo sin piedad como si el enemigo fuera de goma, a base de trapazos, a destajo, abusones, una decepción.
Volví a evocar a los toreros de mi tiempo y llegué a casa más nostálgica que nunca, sin ser nostálgica, aunque lo pudiera parecer por la murga reiterada que les vengo dando.